Mutantes van, mutantes vienen.
Desde el año 2006, cuando se estrenó X-Men: The Last Stand de Brett Ratner, las compañías involucradas en la franquicia de X-Men (dos principalmente: Marvel Studios y Twentieth Century Fox) ya estaban pensando cuál sería la siguiente película de mutantes. La premura de estas compañías surgió al ver el pobre resultado que dio Brett Ratner tanto en pantalla como en taquilla; también, otra razón fue que gran parte del elenco (entre ellos Halle Berry, Ian McKellen y Patrick Stewart) subrayó en su contrato que sería la última vez (por eso el título de The Last Stand) que interpretarían a sus personajes.
No extrañó esta decisión del elenco, pues, desde X2 (2003) algunos habían externado su deseo por abandonar el proyecto. Por otro lado, Hugh Jackman, al finalizar el rodaje de The Last Stand, era el único seguro para una posible secuela. La mentada secuela fue lo primero que descartaron las compañías involucradas, pues, aparte de que no contarían con más de la mitad de los actores, los guionistas Simon Kinberg y Zak Penn habían destruido y manipulado tanto la historia de los X-Men que se veía imposible que un nuevo director y un nuevo guionista pudieran reparan el daño.
Al tener seguro a Hugh Jackman, las empresas decidieron basar el siguiente proyecto en Wolverine. No solo eso, decidieron que todo empezaba de cero y que se contaría el inicio de cada mutante. Es decir, harían una película por mutante y en ella explicarían su nacimiento e inclusión con los hombres X. La primera película sería sobre Wolverine y la segunda de Magneto. El proyecto inició su producción y logró su estreno en 2009 bajo el título de X-Men Origins: Wolverine de Gavin Hood.
De los resultados que obtuviera, la película de Gavin Hood, dependerían las otras películas sobre X-Men. Incluso se adelantaron e intentaron convencer a Ian McKellen para que retomará su papel en X-Men Origins: Magneto. Por supuesto, este último proyecto como todos los demás acerca de mutantes se fueron al bote la basura, pues, la película protagonizada por Hugh Jackman fue un fracaso estrepitoso. No sólo por los errores garrafales en dirección y en guión sino por la nula recaudación en taquilla. El inexperto y torpe director Gavin Hood se unió a lista de los peores directores de películas sobre comics.
Todo proyecto acerca de los X-Men se detuvo y se pensó en dar fin a cualquier filme de mutantes. Dentro de las compañías que mencioné arriba, algunos insistían en que la franquicia podía dar más y que las historias del Profesor Xavier y sus pupilos daban para más de cinco películas. En este sentido, pensaron en volver incluir a aquel hombre que había dejado dividendos importantes para estas historias y que, probablemente, bajo su supervisión los hombres X volverían a hacer lo que fueron antes de The Last Stand. Ese hombre había sido el director y guionista de X-Men (2000) y X2 (2003), sin duda, hablo de Bryan Singer.
Incluir y convencer a Bryan Singer no fue complicado, pues, su carrera como director se encontraba detenida por dos fracasos al hilo (Superman Returns (2006) y Valkyrie (2008)). Le presentaron el proyecto “Origins” (del que se supone, según rumores, ya había un guión sobre Magneto) y lo desecho. Su conocimiento de los hombres X le permitió presentar un nuevo proyecto, que se apegaba a la historia contada por Stan Lee en los comics y que se llamaba “First Class”. Esta historia, en los comics, abordaba los primeros años de la escuela de Charles Xavier y a sus primeros alumnos (Cyclops, Storm, Jean Grey y otros). Le aprobaron su propuesta, pero, Bryan Singer decidió no dirigirla sino únicamente producirla y hacer el guión.
Al estar en Marvel Studios ocupados por su –nefasto– proyecto de The Avengers, dejaron a la productora Bad Hat Harry (que por cierto produce House M.D.) que eligiera al director. En el año 2010 una película de superhéroes impactó a la crítica y gustó al gran público, me refiero a Kick-Ass. El buen trabajo hecho en esta película le valió al director Matthew Vaughn que le ofrecieran la dirección de First Class.
Ya con director, productor, guionista y un elenco de jóvenes actores, arrancó la filmación de First Class. Creo que, al ver el resultado en pantalla, a la productora Bad Hat Harry le benefició que Marvel Studios estuviera ocupada dirigiendo el proyecto de The Avengers, pues, tanto Bryan Singer como Matthew Vaughn se dedicaron a contar la historia de los hombres X y no como otras películas (Thor, Iron Man 2, etc.) que se vieron obligadas a contar una historia dentro de otra.
X-Men: First Class
Al iniciar la realización del guión, Bryan Singer dio algunas ideas generales, a un grupo de guionistas, sobre la primera generación de alumnos de Charles Xavier. De esas ideas todos sumaron y restaron para que tuviera forma el guión definitivo; digo esto porque en los créditos aparecen seis personas como guionistas. Desde que vi el poster final, me llamó la atención que no aparecían los tres primeros alumnos de Xavier: Cyclops, Storm y Jean Grey. Supongo que decidieron no explotarlos en esta primera película acerca de los inicios de los X-Men; aunque no me queda claro por qué, pues, el comic “First Class” es claro en este punto.
La historia que eligieron narrar fue sobre cómo se dio la relación (y amistad) entre Charles Xavier y Erik Lehnsherr. Para esto retomaron la primera escena de X-Men (2000), en la cual se observaba a un niño que es separado de su madre, dentro de un campo de concentración nazi, por lo cual, el niño demostraba frente a todos los soldados sus poderes mutantes. Justo en ese momento, comienza la historia que nos propone el director Matthew Vaughn.
Este director británico tiene, antes de First Class, tres trabajos. Como ya mencioné, dirigió en 2010 la ovacionada Kick-Ass, también se encargó de Stardust en 2007 y en 2004 presentó su ópera prima, Layer Cake. De su filmografía sólo me falta ver su primera película; las otras dos películas me parecieron bastante solventes e incluso –más en el caso de Kick-Ass– propuestas arriesgadas.
Desde el inicio de la película, uno se percata que sus protagonistas son Magneto y el Profesor X, ya que, la primera mitad de la película trata de cómo se desarrollaron sus vidas antes de su encuentro. En este sentido, más allá de la solvencia de sus actores y su narración ágil y atenta, el director cae en una edición parca, pues, al estar cambiando de tiempo y, luego, de espacio entra en un diálogo, o mejor dicho discurso, en donde cambia de escenario con una cintilla abajo que indica en que parte del mundo se está ahora. Creo que pudo mejorar ese viaje constante de un lugar a otro con una edición distinta. En la segunda parte de la película, cuando ya se dio el encuentro entre los protagonistas e inicia el reclutamiento de mutantes, el director recuerda su trabajo en Kick-Ass y propone una edición más elaborada que plantea un mejor uso del encuadre y se olvida de lo sobrio que resulto el montaje de la primera parte, logrando momentos emocionantes y diálogos que serán recordados por más de uno.
La elección de actores es otro acierto para esta película. Empezaré por los protagonistas, James McAvoy y Michael Fassbender. El primero ha logrado, a partir de sus actuaciones en The last King of Scotland (2006) y Atonement (2007), un prestigio importante como actor. En esta película, James McAvoy no se basa en el viejo Charles Xavier propuesto por Patrick Stewart, sino, lo reinventa y logra puntualizar algo que se había olvidado de Xavier, es decir, que es una persona culta más allá de su poder mutante. Pero si algo caracteriza a esta película es que son dos actores los que la sostienen. Michael Fassbender también, al igual que McAvoy, recrea el personaje de Erik Lehnsherr resaltando los miedos y odios que se esconderán tras la máscara de Magneto (recientemente se estrenó en México Fish Tank. Vive, ama y da todo lo que tienes (2009), otra película donde este actor se luce). En general, el director logra que estos dos actores vuelvan creíble esa amistad que devendrá en rivalidad.
Del resto del elenco resaltaría tres actores: un clásico, una promesa y un rostro interesante. El “clásico” es Kevin Bacon, pues, este actor tomó con seriedad su papel de Sebastian Shaw y, a diferencia de otros, dio una actuación sobresaliente dentro de una película de superhéroes. La “promesa” es, sin duda alguna, Jennifer Lawrence, ya que, esta actriz nominada al Oscar abordó de manera distinta el papel de Mystique (a su antecesora Rebecca Romijn), pues, subrayó la inseguridad que envuelve en particular a esta mutante, así como, los puntos que la harán coincidir con Magneto. En pocas palabras, no tengo duda que pronto se empezará a hablar de la capacidad histriónica de Jennifer Lawrence. El “rostro interesante” es January Jones que interpreta a Emma Frost y que hace poco en México se estrenó otro trabajo de ella llamado Desconocido (2011). Habrá que seguir a esta actriz que todavía no demuestra actoralmente nada, pero que estoy seguro se convertirá en imagen de muchas películas por venir.
Hasta aquí se podría decir que la película me encantó, empero, hay un asunto en el guión que me provoca urticaria y hasta repulsión. No niego que el trabajo realizado por el director Matthew Vaughn me gustó (sobre todo la segunda parte de la película), pero, no concuerdo para nada con lo que hicieron el grupo guionistas en un punto de la historia. Me explico. Desde los avances se veía que esta aventura de los hombres X estaría ambientada en la crisis de los misiles en Cuba, es decir, se usaría la “guerra fría” como telón de fondo (o al menos así lo creía). Pues no, la “guerra fría” y la crisis de los misiles no fueron escenario sino fueron causa y efecto en la historia, es decir, a los “ingeniosos” guionistas se les ocurrió que un conflicto entre mutantes fuera la explicación histórica para estos hechos concretos (una aberración total desde mi perspectiva). No puede ser que reduzcan el conflicto entre dos potencias como Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a una ficción (e invención) sobre mutantes. Yo hubiera entendido que la “guerra fría” se usara como referencia histórica y que en paralelo ocurriera la aventura de los hombres X. Por ejemplo, la historia del Capitán América se desarrolla en la segunda guerra mundial y aunque se menciona a Hitler y al nacional socialismo sus “enemigos” son otros [léase: The Red Skull]. No puede ser que se manipule y se deforme la historia para relatar una historia de ficción como la de los hombres X. Algo similar ocurrió con la reciente película de Quentin Tarantino, Inglourious Basterds (2009). La pregunta es ¿qué tanto puedes manipular la historia y el discurso historiográfico para contar tu historia de ficción?
Este último punto me recordó la portada de un comic en donde aparecía Barack Obama en una aventura con Spider-Man. Es una constante que Marvel Comics intenté relacionar las historias de sus superhéroes con la historia inmediata de Estados Unidos (otro ejemplo, es una portada en la que superhéroes ayudan a bomberos y policías de Nueva York a remover los escombros del 11 de septiembre del 2001). Insisto en mi dicho, creo que se pueden ubicar las aventuras de Spider-Man, Iron-Man, X-Men, Superman, Batman y otros, en el devenir de la humanidad, pero siempre dejando claro que se trata de un ámbito ficticio, pues, el mezclarlos crea un discurso raro en donde los mutantes parecen lo determinante para que se diera un suceso histórico como la crisis de los misiles en Cuba durante la “guerra fría”.
En conclusión puedo decir que X-Men: First Class se dedica, como ya dije, a contar la historia de los hombres X y nada más; no se preocupa por incluir otras historias, sino, se enfoca en sus personajes y en su narración, dejando de lado aquello que podría entorpecer su discurso. Marvel Studios debería estar en deuda con los encargados del proyecto de X-Men pues les dieron en este verano, que se veía lleno de dudas, una película solvente y bien hecha que, más allá de sus quimeras históricas, dará, como alguna vez alguien lo dijo, cinco películas o más a la franquicia.
Desde el año 2006, cuando se estrenó X-Men: The Last Stand de Brett Ratner, las compañías involucradas en la franquicia de X-Men (dos principalmente: Marvel Studios y Twentieth Century Fox) ya estaban pensando cuál sería la siguiente película de mutantes. La premura de estas compañías surgió al ver el pobre resultado que dio Brett Ratner tanto en pantalla como en taquilla; también, otra razón fue que gran parte del elenco (entre ellos Halle Berry, Ian McKellen y Patrick Stewart) subrayó en su contrato que sería la última vez (por eso el título de The Last Stand) que interpretarían a sus personajes.
No extrañó esta decisión del elenco, pues, desde X2 (2003) algunos habían externado su deseo por abandonar el proyecto. Por otro lado, Hugh Jackman, al finalizar el rodaje de The Last Stand, era el único seguro para una posible secuela. La mentada secuela fue lo primero que descartaron las compañías involucradas, pues, aparte de que no contarían con más de la mitad de los actores, los guionistas Simon Kinberg y Zak Penn habían destruido y manipulado tanto la historia de los X-Men que se veía imposible que un nuevo director y un nuevo guionista pudieran reparan el daño.
Al tener seguro a Hugh Jackman, las empresas decidieron basar el siguiente proyecto en Wolverine. No solo eso, decidieron que todo empezaba de cero y que se contaría el inicio de cada mutante. Es decir, harían una película por mutante y en ella explicarían su nacimiento e inclusión con los hombres X. La primera película sería sobre Wolverine y la segunda de Magneto. El proyecto inició su producción y logró su estreno en 2009 bajo el título de X-Men Origins: Wolverine de Gavin Hood.
De los resultados que obtuviera, la película de Gavin Hood, dependerían las otras películas sobre X-Men. Incluso se adelantaron e intentaron convencer a Ian McKellen para que retomará su papel en X-Men Origins: Magneto. Por supuesto, este último proyecto como todos los demás acerca de mutantes se fueron al bote la basura, pues, la película protagonizada por Hugh Jackman fue un fracaso estrepitoso. No sólo por los errores garrafales en dirección y en guión sino por la nula recaudación en taquilla. El inexperto y torpe director Gavin Hood se unió a lista de los peores directores de películas sobre comics.
Todo proyecto acerca de los X-Men se detuvo y se pensó en dar fin a cualquier filme de mutantes. Dentro de las compañías que mencioné arriba, algunos insistían en que la franquicia podía dar más y que las historias del Profesor Xavier y sus pupilos daban para más de cinco películas. En este sentido, pensaron en volver incluir a aquel hombre que había dejado dividendos importantes para estas historias y que, probablemente, bajo su supervisión los hombres X volverían a hacer lo que fueron antes de The Last Stand. Ese hombre había sido el director y guionista de X-Men (2000) y X2 (2003), sin duda, hablo de Bryan Singer.
Incluir y convencer a Bryan Singer no fue complicado, pues, su carrera como director se encontraba detenida por dos fracasos al hilo (Superman Returns (2006) y Valkyrie (2008)). Le presentaron el proyecto “Origins” (del que se supone, según rumores, ya había un guión sobre Magneto) y lo desecho. Su conocimiento de los hombres X le permitió presentar un nuevo proyecto, que se apegaba a la historia contada por Stan Lee en los comics y que se llamaba “First Class”. Esta historia, en los comics, abordaba los primeros años de la escuela de Charles Xavier y a sus primeros alumnos (Cyclops, Storm, Jean Grey y otros). Le aprobaron su propuesta, pero, Bryan Singer decidió no dirigirla sino únicamente producirla y hacer el guión.
Al estar en Marvel Studios ocupados por su –nefasto– proyecto de The Avengers, dejaron a la productora Bad Hat Harry (que por cierto produce House M.D.) que eligiera al director. En el año 2010 una película de superhéroes impactó a la crítica y gustó al gran público, me refiero a Kick-Ass. El buen trabajo hecho en esta película le valió al director Matthew Vaughn que le ofrecieran la dirección de First Class.
Ya con director, productor, guionista y un elenco de jóvenes actores, arrancó la filmación de First Class. Creo que, al ver el resultado en pantalla, a la productora Bad Hat Harry le benefició que Marvel Studios estuviera ocupada dirigiendo el proyecto de The Avengers, pues, tanto Bryan Singer como Matthew Vaughn se dedicaron a contar la historia de los hombres X y no como otras películas (Thor, Iron Man 2, etc.) que se vieron obligadas a contar una historia dentro de otra.
X-Men: First Class
Al iniciar la realización del guión, Bryan Singer dio algunas ideas generales, a un grupo de guionistas, sobre la primera generación de alumnos de Charles Xavier. De esas ideas todos sumaron y restaron para que tuviera forma el guión definitivo; digo esto porque en los créditos aparecen seis personas como guionistas. Desde que vi el poster final, me llamó la atención que no aparecían los tres primeros alumnos de Xavier: Cyclops, Storm y Jean Grey. Supongo que decidieron no explotarlos en esta primera película acerca de los inicios de los X-Men; aunque no me queda claro por qué, pues, el comic “First Class” es claro en este punto.
La historia que eligieron narrar fue sobre cómo se dio la relación (y amistad) entre Charles Xavier y Erik Lehnsherr. Para esto retomaron la primera escena de X-Men (2000), en la cual se observaba a un niño que es separado de su madre, dentro de un campo de concentración nazi, por lo cual, el niño demostraba frente a todos los soldados sus poderes mutantes. Justo en ese momento, comienza la historia que nos propone el director Matthew Vaughn.
Este director británico tiene, antes de First Class, tres trabajos. Como ya mencioné, dirigió en 2010 la ovacionada Kick-Ass, también se encargó de Stardust en 2007 y en 2004 presentó su ópera prima, Layer Cake. De su filmografía sólo me falta ver su primera película; las otras dos películas me parecieron bastante solventes e incluso –más en el caso de Kick-Ass– propuestas arriesgadas.
Desde el inicio de la película, uno se percata que sus protagonistas son Magneto y el Profesor X, ya que, la primera mitad de la película trata de cómo se desarrollaron sus vidas antes de su encuentro. En este sentido, más allá de la solvencia de sus actores y su narración ágil y atenta, el director cae en una edición parca, pues, al estar cambiando de tiempo y, luego, de espacio entra en un diálogo, o mejor dicho discurso, en donde cambia de escenario con una cintilla abajo que indica en que parte del mundo se está ahora. Creo que pudo mejorar ese viaje constante de un lugar a otro con una edición distinta. En la segunda parte de la película, cuando ya se dio el encuentro entre los protagonistas e inicia el reclutamiento de mutantes, el director recuerda su trabajo en Kick-Ass y propone una edición más elaborada que plantea un mejor uso del encuadre y se olvida de lo sobrio que resulto el montaje de la primera parte, logrando momentos emocionantes y diálogos que serán recordados por más de uno.
La elección de actores es otro acierto para esta película. Empezaré por los protagonistas, James McAvoy y Michael Fassbender. El primero ha logrado, a partir de sus actuaciones en The last King of Scotland (2006) y Atonement (2007), un prestigio importante como actor. En esta película, James McAvoy no se basa en el viejo Charles Xavier propuesto por Patrick Stewart, sino, lo reinventa y logra puntualizar algo que se había olvidado de Xavier, es decir, que es una persona culta más allá de su poder mutante. Pero si algo caracteriza a esta película es que son dos actores los que la sostienen. Michael Fassbender también, al igual que McAvoy, recrea el personaje de Erik Lehnsherr resaltando los miedos y odios que se esconderán tras la máscara de Magneto (recientemente se estrenó en México Fish Tank. Vive, ama y da todo lo que tienes (2009), otra película donde este actor se luce). En general, el director logra que estos dos actores vuelvan creíble esa amistad que devendrá en rivalidad.
Del resto del elenco resaltaría tres actores: un clásico, una promesa y un rostro interesante. El “clásico” es Kevin Bacon, pues, este actor tomó con seriedad su papel de Sebastian Shaw y, a diferencia de otros, dio una actuación sobresaliente dentro de una película de superhéroes. La “promesa” es, sin duda alguna, Jennifer Lawrence, ya que, esta actriz nominada al Oscar abordó de manera distinta el papel de Mystique (a su antecesora Rebecca Romijn), pues, subrayó la inseguridad que envuelve en particular a esta mutante, así como, los puntos que la harán coincidir con Magneto. En pocas palabras, no tengo duda que pronto se empezará a hablar de la capacidad histriónica de Jennifer Lawrence. El “rostro interesante” es January Jones que interpreta a Emma Frost y que hace poco en México se estrenó otro trabajo de ella llamado Desconocido (2011). Habrá que seguir a esta actriz que todavía no demuestra actoralmente nada, pero que estoy seguro se convertirá en imagen de muchas películas por venir.
Hasta aquí se podría decir que la película me encantó, empero, hay un asunto en el guión que me provoca urticaria y hasta repulsión. No niego que el trabajo realizado por el director Matthew Vaughn me gustó (sobre todo la segunda parte de la película), pero, no concuerdo para nada con lo que hicieron el grupo guionistas en un punto de la historia. Me explico. Desde los avances se veía que esta aventura de los hombres X estaría ambientada en la crisis de los misiles en Cuba, es decir, se usaría la “guerra fría” como telón de fondo (o al menos así lo creía). Pues no, la “guerra fría” y la crisis de los misiles no fueron escenario sino fueron causa y efecto en la historia, es decir, a los “ingeniosos” guionistas se les ocurrió que un conflicto entre mutantes fuera la explicación histórica para estos hechos concretos (una aberración total desde mi perspectiva). No puede ser que reduzcan el conflicto entre dos potencias como Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a una ficción (e invención) sobre mutantes. Yo hubiera entendido que la “guerra fría” se usara como referencia histórica y que en paralelo ocurriera la aventura de los hombres X. Por ejemplo, la historia del Capitán América se desarrolla en la segunda guerra mundial y aunque se menciona a Hitler y al nacional socialismo sus “enemigos” son otros [léase: The Red Skull]. No puede ser que se manipule y se deforme la historia para relatar una historia de ficción como la de los hombres X. Algo similar ocurrió con la reciente película de Quentin Tarantino, Inglourious Basterds (2009). La pregunta es ¿qué tanto puedes manipular la historia y el discurso historiográfico para contar tu historia de ficción?
Este último punto me recordó la portada de un comic en donde aparecía Barack Obama en una aventura con Spider-Man. Es una constante que Marvel Comics intenté relacionar las historias de sus superhéroes con la historia inmediata de Estados Unidos (otro ejemplo, es una portada en la que superhéroes ayudan a bomberos y policías de Nueva York a remover los escombros del 11 de septiembre del 2001). Insisto en mi dicho, creo que se pueden ubicar las aventuras de Spider-Man, Iron-Man, X-Men, Superman, Batman y otros, en el devenir de la humanidad, pero siempre dejando claro que se trata de un ámbito ficticio, pues, el mezclarlos crea un discurso raro en donde los mutantes parecen lo determinante para que se diera un suceso histórico como la crisis de los misiles en Cuba durante la “guerra fría”.
En conclusión puedo decir que X-Men: First Class se dedica, como ya dije, a contar la historia de los hombres X y nada más; no se preocupa por incluir otras historias, sino, se enfoca en sus personajes y en su narración, dejando de lado aquello que podría entorpecer su discurso. Marvel Studios debería estar en deuda con los encargados del proyecto de X-Men pues les dieron en este verano, que se veía lleno de dudas, una película solvente y bien hecha que, más allá de sus quimeras históricas, dará, como alguna vez alguien lo dijo, cinco películas o más a la franquicia.