martes, 14 de diciembre de 2010

“Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 1” ["Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1"] (2010) de David Yates.


"EL DESENLACE DEL FENÓMENO MUNDIAL"


En la publicidad dedicada para esta “última película” (todavía no lo sabemos con seguridad) de Harry Potter, dividida en dos partes, se leen frases como la que subtitula la entrada de mi blog: “el evento cinematográfico de una generación”, “el desenlace del fenómeno mundial” y otras. No cabe duda, más allá de la campaña publicitaria con tintes épicos, que el personaje creado por J.K. Rowling se convirtió, a través de sus 7 libros, en una franquicia redituable tanto en venta de libros como en recaudación en taquilla (simplemente la primera parte del final lleva $257 millones de dólares, hasta el último corte de caja). Las ganancias que alrededor del mundo recoge “Harry Potter” han hecho de J.K. Rowling una de las mujeres más ricas de Inglaterra y a Warner Bros Pictures sus 7 películas le han dejado millones de dólares, por manejar su producción y distribución.


El problema, entre todos estos montones de dinero, es que la historia del mago no ha logrado trascender más allá de la recaudación monetaria, es decir, tanto libros como películas no han aportado nada a la historia del cine o literatura. Desde luego, muchos dirán que no es el objetivo final, sin duda, tienen razón, pero, que no haya nada que rescatar me sigue sorprendiendo. En mi caso, hasta la quinta película, Harry Potter and the Order of the Phoenix (2007), no había tenido la necesidad de sentarme a observar las aventuras de este mago; principalmente por mi aberración al tema de la magia tratado de esta forma y a la ausencia de un director u actor que valiera la pena.


En cuestión de los libros, sólo me senté a hojear el primero, Harry Potter and Sorcerer’s Stone, y descubrí que el estilo de J.K. Rowling no era de mi agrado y renuncié a la idea de algún día destruir mis retinas con esas historias tan superficiales para abordar el asunto de la magia, la brujería, etc. Posteriormente, regresando a las películas, vino un pequeño interés por ver una de las películas, ya que, el director mexicano Alfonso Cuarón había sido designado para rodar Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2004). Empero, Cuarón tenía el antecedente de Y tu mamá también (2001) (muy aplaudida en el extranjero; muy criticada en México) y no logró quitarme la apatía de sentarme alrededor de adolecentes para ver “Harry Potter”. Hasta este momento pensaba que nunca vería una película del estudiante de Hogwarts.


Todo cambió con el estreno de Harry Potter y la Orden del Fénix, pues, su reparto incluía a una actriz que me parece sumamente interesante su trabajo: Imelda Staunton. A esta actriz la había ubicado por su trabajo en la película El Secreto de Vera Drake (2004) de Mike Leigh, y pensaba que no me decepcionaría en la “Orden del Fénix”. Y así ocurrió, en el análisis final de esa película su trabajo resulta impecable. No obstante, desde ese quinto filme, para todos, primero para mí, descubrí que sus protagonistas son arropados por la producción para que no se noten a cuadro las carencias tan enormes que tienen, pero, más adelante abordaré el asunto concreto de los filmes.


La siguiente película que me llevo a estar sentado en una butaca donde se exhibiera Harry Potter fue el estreno de Harry Potter and the Half-Blood Prince (2009), en la cual repetía el director David Yates y rompía la supuesta “tradición” de cambiar director en cada película. Otra vez fue un actor lo que me orilló a convivir con adolecentes de dudosa calidad intelectual. En esta ocasión fue el actor inglés Jim Broadbent, pues, su actuación en And when did you last see your father? [La última vez que vi a mi padre] (2007) de Anand Tucker, me había parecido por demás impoluta y excelsa. Este antecedente no salvo de que su interpretación del Profesor Horace Slughorn, en Harry Potter y el misterio del Príncipe, fuera deslucida y llena de apatía; lamentablemente no se repitió una digna actuación como en el caso de Imelda Staunton. Aparte que lo único que recuerdo de esa película es el robo que se cometió contra los que elegimos la versión en tercera dimensión, puesto que, más tardabas en sentarte que en finalizara la única escena que venía en ese formato.


Como podrán leer, mis dos experiencias con los filmes de Harry Potter han sido por medio de un actor o una actriz que se han sumado al elenco y que han resaltado de la mediocridad que regularmente acompaña sus repartos. Algunos podrían mencionar los nombres de Ralph Fiennes (interpretando a Lord Voldemort) o Helena Bonham Carter (interpretando a Bellatrix Lestrange), pero, sin aludir a lo limitado o contado de sus apariciones, se nota que ambos actores, prácticamente, cumplen con su trabajo y no quieren, o no desean, dar lo que se les vio en otros trabajos como The English Patient (1996) ó The Wings of the Dove (1997).


Para esta última película, en dos partes, mi interés no era otro más que observar el final de esta franquicia y esperaba que, al ser el “el desenlace del fenómeno mundial”, el director, que ya llevaba dos fétidas películas, se inspirara y corrigiera el camino, pero, no fue así, me demostró que, si las otras me habían parecido bodrios, ésta las superaría con creces.


PARTE 1


Como mencioné arriba, las únicas dos películas que he visto de Harry Potter, antes de ésta, eran Harry Potter y la Orden del Fénix (2007) y Harry Potter y el misterio del Príncipe (2009), ambas del mismo director David Yates. Este señor Yates, que se dedicaba a la televisión inglesa y a realizar algunos cortometrajes, fue elegido para realizar las últimas películas de Harry Potter, desde la quinta hasta la novena (que se estrenará en 2011). La elección probablemente, y estoy especulando, se debió a los premios BAFTA (British Academy of Film and Television Arts) que obtuvo de sus cortos y su trabajo en TV. También, sumado a esto, David Yates logró que la recaudación subiera después de que su antecesor, Mike Newell, fuera criticado por J.K Rowling y no lograra las expectativas económicas que se tenían para el filme Harry Potter and the Goblet of Fire (2005).


A partir del año 2007, Yates se apropia de la dirección y se suma, al proyecto de “la Orden del Feníx”, el guionista Michael Goldenberg. Sin conocer los motivos reales, sólo el pésimo guión que hizo, para la siguiente película cambian a Goldenberg por el guionista Steve Kloves. No sorprende que la tarea de hacer el guión de “El Misterio del Príncipe” recayera en Kloves, puesto que, éste ya había hecho los guiones de Harry Potter “y la piedra filosofal”, “la cámara secreta”, “el prisionero de Azkaban”, y “el cáliz de fuego”. En pocas palabras, regresaron a lo que ya les había funcionado; y para esta primera parte, de dos, vuelve a realizar el guión.


En general, iniciando el análisis concreto del filme, (y sabiendo de antemano que no soy fan de películas ni de libros) me parece que la idea que permea a todos los filmes, o por lo menos los que he visto, es que el personaje de Harry James Potter aprende algo nuevo de magia y conoce un “secreto” que lo acerca, cada vez más, al enfrentamiento que tendrá con Lord Voldemort, ya que, según se lo han hecho saber, él es “el elegido”. Aparte de estos elementos, que considero repetitivos en todos los guiones sobre Harry Potter, se agregan las aventuras que vive con Hermione Granger y Ron Weasley, así como, su relación con distintos profesores y personajes secundarios que se han ido sumado a la historia.


En definitiva, la historia se resume en la formación de un mago que tendrá que enfrentar y vencer a su némesis que, aparte, mató a sus padres (por si había alguna duda que estamos ante un refrito). Afortunadamente sólo me he ejecutado dos (ahora tres) películas y puedo decir que en ellas no pasa nada, es decir, la gran trama, que culminará con la novena película, avanza lentamente al igual que las subtramas que tiene cada película, ya que, al concluir cada una, se llega a la misma conclusión, o sea, todo se resolverá cuando se enfrenten los dos magos.


En particular, hablando de Harry Potter y las reliquias de la muerte. Parte 1, se pensaba que ocurrirían más cosas, ya que, supuestamente se dejarían para el final-final: la acción, la aventura, la resolución de conflictos, los romances entre los personajes, etc. Sin embargo, otra vez, no pasa nada; la historia se queda nuevamente en lo mismo que ya se abordó en las anteriores: tramas inconclusas, circunstancias anodinas, bromas repetitivas, misterios simples, muertes intrascendentes y otras.


Mención aparte merece la nula dirección de actores y del montaje que hace David Yates. En primer lugar, Daniel Radcliffe no tuvo, no tiene, y no tendrá, el nivel actoral mínimo que se requiere para que alguien se dedique a la actuación; todas sus actuaciones, en estas películas, han estado bajo una sobreprotección por parte de los directores en turno, así como, un juego de cámaras, en donde la cámara tiene que buscar la “actuación” de este señor y no al revés. En segundo lugar, el acompañamiento por parte de los co-protagonistas: Emma Watson y Rupert Grint. Sobre la primera salta inmediatamente a la vista su impresionante belleza, empero, su hermosura no va a la par de su desempeño histriónico, pues, nunca logró dar siquiera una escena en donde alguien pudiera aseverar que ahí había una actriz; sencillamente, por ser tan guapa, terminará haciendo las clásicas comedias románticas hollywoodenses que estrenan cada semana. Un caso es el de Rupert Grint, ya que, al menos sus compañeros Radcliffe y Watson tendrán una oportunidad; este tipejo pelirrojo no tiene posibilidad de estar siquiera de extra en alguna película de medio pelo; su nivel actoral es ínfimo, pobre, nulo, triste, y un largo etcétera, ojalá haya ahorrado algo de estas nueve películas, pues, pienso que no volverá a trabajar.


Como dije anteriormente, Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter salen a cobrar (y muy bien) y se guardan sus capacidades, aunque, siendo objetivos, llevan años sin mostrar un trabajo que merezca ser recordado. De los demás actores del reparto, pues, no hay mucho que decir, la mayoría son ingleses y poco se conoce su trabajo, puesto que, algunos trabajan en teatro y otros en televisión.


Para finalizar, sobra decir que el guión de esta película obedece a los cánones ya conocidos de Hollywood: elementos narrativos simples, tramas sencillas y diálogos reiterativos sin contenido (en este sentido, es importante señalar la incapacidad del director con respecto a los diálogos, es decir, todas las escenas se repiten en los diálogos: por ejemplo, “estás triste”, “estás contento”, “tu caída estuvo divertida”, etc., es decir, todo eso se supone que está siendo interpretado por los actores, pero, como ya lo dije, su funesto registro actoral tiene que ser cuidado para que, según ellos, no se note). Cabe resaltar que dejando fuera el guión, las actuaciones, la edición, la dirección, y lo que acumule, todo el presupuesto se enfocó en filmar grandes paisajes de la campiña inglesa.


CONCLUSIÓN


Algo que resalta de esta película es una animación que aparece a la mitad y que en ésta se cuenta la historia de las “reliquias de la muerte”. En verdad, entre tanta bazofia, sobresale esta animación que parece un cortometraje que se puso en el intermedio de esta película, pues, creo es, al fin y al cabo, un respiro para aquellos que ya estábamos hartos de las 2 horas que lleva la película.


Desde luego que mi conclusión sobre esta película, no puede ser otra, por favor, no la vean, en serio, desperdiciarán tiempo, dinero y probablemente sientan, al final, cierta opacidad en su cerebro por ver estas cosas para oligofrénicos. De mi parte, para los fans de esta cosa, quiero recomendarles primero, en el plano literario, un libro sobre otro mago que presiento puede gustarles: el libro se llama Un Mago de Terramar de Ursula K. Le Guin. Es una serie de tres libros que seguramente encontrarán divertida y con mayor complejidad que su Harry Potter. Películas sobre magia hay en exceso, empero, quiero recomendarles una que vi recientemente que se llama Krabat [Aprendiz de Magia Negra] (2008) de Marco Kreuzpaintner; no confundir con la basura de Nicolas Cage llamada El Aprendiz de Brujo.


Ahora habrá que esperar a que el próximo año, 2011, se estrené la segunda parte, sin embargo, la crítica tendrá que comentármela alguien, pues, no pienso ir a verla, o ¿sí?

sábado, 11 de diciembre de 2010

“Hidalgo. La historia jamás contada” (2010) de Antonio Serrano


De las tres películas que llamaron poderosamente mi atención, (Hidalgo. La historia jamás contada, El Atentado y El Infierno) en el contexto de la conmemoración del Bicentenario (versión Partido Acción Nacional), tenía la mirada puesta en dos principalmente, la película de Jorge Fons y Antonio Serrano. Ya que en éstas, a diferencia de El Infierno de Luis Estrada, se buscó reconstruir una época histórica concreta, es decir, se harían guiones originales para presentar la época porfirista y las vivencias del Cura Hidalgo, en Nueva España, antes de su grito en Dolores. Por supuesto, la única que cumplió esta búsqueda de un guión original fue la película de Antonio Serrano, pues, la película El Atentado, como ya lo he comentado, fue un guión adaptado de la novela de El expediente del Atentado de Álvaro Uribe.

PREPARACIÓN

Mi curiosidad me llevo, en primer lugar, a localizar las fuentes e información que utilizaría Antonio Serrano para la elaboración de su guión. Mi primera pista me llevo a un libro llamado El cura Hidalgo y sus amigos del supuesto divulgador de la historia Paco Ignacio Taibo II. Este hombre, valorado por algunos, da una opinión muy certera de su trabajo entorno a Miguel Hidalgo y Costilla: “El resultado es el libro más pinche herético que he escrito. Traigo bronca con la historia reaccionaria de bronce que nos quiso imponer el PRI; contra los revisionistas de derecha que quieren convertir a Iturbide en el simpático caballero que consumó la Independencia; contra el neopanismo y su intento de olvidarse del carácter del cura hereje de Hidalgo y traigo todas las broncas contra el clero”. Me parece que hay poco que agregar ante la opinión de semejante “conocedor” y “crítico” de la historia.

Desde luego, Paico Ignacio Taibo II puede hacer éste y otros libros donde vierta toda la “herejía” que quiera; lo que es inconcebible es que alguien se atreva a hacer un guión cinematográfico a partir de semejante literatura. Pues, lamentablemente, si hubo alguien que considero ese libro como base para la realización de una película que nació con el título de Hidalgo Moliere. Me detengo para explicar que el proyecto de Hidalgo. La historia jamás contada surgió con el título (definitivo se decía) de Hidalgo Moliere, pero, posteriormente por cuestiones comerciales, a los distribuidores nos les pareció adecuado el título y cambiaron “Moliere” por “La historia jamás contada”.

Al proyecto Hidalgo Moliere se sumaron en la dirección Antonio Serrano y, un tal, Leo Mendoza para hacer el guión. Éste último fue quien tuvo la grandiosa idea de basarse en el libro de Taibo II para contarnos los años mozos del cura Hidalgo. Pero, más allá de una biografía sobre Hidalgo, Antonio Serrano decidió centrarse en una idea que venía contenida en el libro El cura Hidalgo y sus amigos, la cual aseguraba que Hidalgo formaba grupos de teatro de aficionados y montaba obras de Moliere traducidas por él. No extrañó tal enfoque, a la vida del cura de Dolores por parte del director, pues él, Antonio Serrano, se formó en el teatro y sus mejores años y éxitos los obtuvo como director de teatro; en cine únicamente logró cierto éxito con su ópera prima Sexo, pudor y lágrimas (1999) que, cabe decirlo, el suceso teatral fue lo que originó que se hiciera película, pero esa es otra historia.

Como es obvio, utilizar un sólo libro para reconstruir la vida de un personaje histórico no es suficiente, por lo cual, Leo Mendoza recurrió a la historiadora Dra. María José Garrido Asperó y a la dramaturga Ximena Escalante. No necesito recalcar que su participación fue asesorando el proyecto y no como supervisoras de lo que Serrano y este tipo, llamado Mendoza, hicieron después.

Regresando al nacimiento del proyecto de Hidalgo Moliere, todo partió de hacer algo distinto a la llamada “historia de bronce” y realizar un Cura Hidalgo con “un carácter diferente al que nos han vendido”, así como, un cura “irreverente, sarcástico, pícaro, divertido, alegre y contradictorio”, según palabras del director. Pero, dejando de lado esta larga preparación del proyecto, después de enterarnos quiénes son las personas detrás de las ideas que se manejan en el guión, pasemos a lo importante que es la película ya estrena y exhibida.

HIDALGO. LA HISTORIA JAMÁS CONTADA

La película, como las tres anteriores, apoyada por el gobierno federal para su programación mínima durante dos semanas en cartelera, tenía asegurada la permanencia y, al mismo tiempo, el privilegio de ser estrenada, nada más y nada menos, que el 16 de Septiembre. Días antes noté que el público vio con buenos ojos la inclusión en el reparto del ya clásico Demian Bichir y la actriz “internacional” Ana de la Reguera. Los avances y los posters hacían pensar que uno asistiría a una historia de amor carnal por parte de los protagonistas. En esas primeras secuencias se veía un Hidalgo luchando contra sus pulsiones y las restricciones eclesiásticas y, al mismo tiempo, el nacimiento de una actitud “rebelde” contra las autoridades de la Nueva España. Pocos sabían, como lo mencioné arriba, que la película, en su título original, se llamaba Hidalgo Moliere y que no concordaba con la publicidad que se hacía al filme.

Antonio Serrano, director de teatro, no de cine, venía de un fiasco cinematográfico llamado La hija del caníbal (2003) y que demostró que Sexo, pudor y lágrimas fue un éxito pasajero que no se repetiría; incluso se dudaba que Serrano retomará su carrera como director cinematográfico. Sin embargo, regresa a la dirección y de la anécdota de Paico Ignacio Taibo II, de un Hidalgo amante del teatro y de Tartufo de Moliere, surge Hidalgo. La historia jamás contada.

La historia la dividió en tres momentos que ejemplifican, según él, la vida de este párroco de Dolores: 1) en Pátzcuaro, en 1767, nos muestra a un joven Hidalgo que vive la expulsión de los jesuitas e inicia su pasión por el teatro; 2) 26 años después vemos la vida de Hidalgo en Valladolid y en San Felipe, lugares donde se desarrolla la mayoría de la historia, y observamos la formación de los grupos de Teatro de aficionados, así como, la vida privada de Hidalgo (léase: amoríos, borracheras, lio de faldas y, principalmente, su gusto por las tradiciones indígenas del lugar); 3) por último, estamos instalados en 1811, días previos a la muerte de Hidalgo.

En general, el guión de Mendoza y Serrano nos narra la historia de un aficionado al teatro que desafortunadamente terminó siendo, casi parece por accidente, organizador de un movimiento independentista. Me explico. La construcción del personaje nunca conecta con la imagen, en retrospectiva, que quiere mostrar Serrano de un Hidalgo derrotado en su celda en Chihuahua, esperando ser enjuiciado y ejecutado; pareciera que los excesos de fiestas, mujeres y alcohol arruinaron a ese pobre hombre y no alguna batalla contra los ejércitos realistas. Como no sintiéndose capaz de ejemplificar en una toma algo que refiera, al menos en parte, a la postura ideológica de Hidalgo, Serrano recurre a la escena fácil para denostar que dentro de todo ese individuo comienza a surgir una actitud contraria a la Iglesia y al Gobierno de Nueva España. Sin embargo, el gran problema de Hidalgo, según Serrano, no es la devolución de las tierras a los pueblos indígenas o la esclavitud, no, su gran trauma es no poder montar Tartufo de Moliere para su lucimiento en el escenario. En verdad, la cinta se enfoca en este aspecto nada más y, si no fuera suficiente, recordemos que es un dato aportado de la imaginación “herética” de Paco Ignacio Taibo II.

Otros aspectos del filme son dignos de señalarse. Por ejemplo, la pésima dirección de actores: por qué nadie le indicó a Demian Bichir que debía elegir entre hablar como peninsular o como habitante actual de cualquier barrio del DF; y ocurrió con todos los demás actores, ninguno tiene una pronunciación adecuada ni igual, cada quien va por su lado. Ana de la Reguera fue vendida en posters y avances de la película como un personaje importante y sale dos segundos con su ya conocida nula capacidad histriónica. El montaje no me gustó, ya que, por momentos sentí que la construcción escénica era de alguna película del Zorro. Pero lo peor del caso es la edición. No puede ser que se haya editado tan mal esta película, pues, ese intento de hacer una mezcla absurda entre los tres momentos de la vida de Hidalgo nunca logran concatenarse adecuadamente, aparte, los flashbacks cortan la narración no aportando nada a la historia; probablemente hubiera sido eficaz poner en orden cronológico las escenas, aunque, el "amante del teatro frustado", que construye Serrano, nunca hubiera encontrado lógica con el "insurgente derrotado" que espera su muerte con resignación. Como dijeron por ahí, este Hidalgo se ve más capacitado para organizar una gran “pachanga” que un movimiento revolucionario.

CONCLUSIÓN

En la sala que me tocó ver esta película, el público reía mucho y se divertía. Al principio no entendía por qué sucedía, pues, Hidalgo. La historia jamás contada presentaba elementos históricos absurdos y malas actuaciones, sin contar, el guión creado a partir de una obra de Taibo II y todo lo que eso signifiqué. No obstante, la divulgación de la historia, en los últimos años, ha apostado por recurrir a esta “desmitificación de héroes” que aparentemente busca acercar al público general a una interpretación histórica menos mítica y heroica. Puesto que, por medio del escrutinio de las vidas privadas y los “secretos” de los sujetos históricos, el espectador, de un libro o una película, supuestamente, encontrará algún “aprendizaje”, “conocimiento” ó “dato anecdótico” que le ayudará a entender la razón de su ser histórico. Sin embargo, autores como Taibo II y Enrique Krauze Kleinbort olvidan que la construcción del discurso historiográfico, aunque sea con objetivos de divulgación, requiere ser trabajado e investigado más allá del personaje histórico. Por eso, la caricatura que nos regaló Antonio Serrano de Don Miguel Hidalgo y Costilla –y que hizo reír a los espectadores de mi sala– estuvo muy lejos de ser esa “historia jamás contada” que prometió en el título.

“El Atentado” (2010) de Jorge Fons


Las dos cadenas más grandes de exhibición, Cinemex y Cinepolis, acordaron –no por escrito– que en el mes de Septiembre, por ser los festejos del Bicentenario, le darían más espacio (léase: número de salas y 2 semanas en cartelera) a las películas mexicanas que se estrenaran en dicho tiempo. Las elegidas fueron No eres tú, soy yo de Alejandro Springall, El Atentado de Jorge Fons, El Infierno de Luis Estrada, Hidalgo, la historia jamás contada de Antonio Serrano, Brijes de Benito Fernández y Héroes Verdaderos de Carlos Kuri. Estas seis películas han sido utilizadas y presentadas, por ambas cadenas, como “lo mejor del cine mexicano”. Incluir el adjetivo “mejor” para estas cintas, definitivamente, no engloba lo que hasta ahora se ha visto; al contrario, sólo una película (El Infierno) ha demostrado estar a la altura del eslogan publicitario.

Desde antes, al conocer las elegidas para ser financiadas o apoyadas por el gobierno federal, se vislumbraba aquellas que serían dignas de verse y aquellas que bajo ninguna circunstancia uno debía pararse por las salas de cine. En este sentido, El Atentado y El Infierno resaltaban, no sólo por el elenco que se anunciaba, sino, por los directores que acompañaban los proyectos: Luis Estrada y Jorge Fons. Sin temor a equivocarme, la mayoría de los especialistas estaban más ansiosos con el regreso de Jorge Fons, puesto que, no filmaba desde El callejón de los milagros (1995).

Pasaron quince años para que el director de Los albañiles (1976) y Rojo amanecer (1989) volviera a presentarnos un largometraje dirigido por él. Aparentemente nadie pensaba, o percibía, que los años que pasó inactivo (aunque trabajo para la televisión) fueran a afectarle a alguien que había sido bastante solvente en su discurso cinematográfico.

Era importante iniciar con este preámbulo sobre el director porque se tenían grandes expectativas con su regreso a la dirección; aparte que la película tendría todo el apoyo posible para su impoluta producción, distribución y exhibición. Lamentablemente no todas las predicciones arrojan los resultados esperados, pero, a continuación planteó mis argumentos.

La película tiene como telón de fondo el desfile conmemorativo de la independencia que realizaba cada año el Presidente Porfirio Díaz. Entre el festejo, e instantes antes de que ocurriera, dos hombres preparan un atentado contra el Presidente. El ejecutor del crimen, Arnulfo Arroyo, se pierde entre la gente y asesta el golpe. El atentado sucede, empero, sólo es el inicio para adentrarse en los motivos y razones que tuvo Arnulfo Arroyo para realizar el atentado, así como, descubrir los oscuros hilos que promovieron el delito.

El guión es una adaptación de la novela El Expediente del Atentado de Álvaro Uribe, por lo cual, la película está condicionada al ambiente y contexto histórico construido por Uribe para su novela “histórica” (supongo que tendrá los mínimos niveles de exigencia para llamarla “histórica”). Menciono esto último porque eso modifica cualquier análisis historiográfico que intente hacérsele al film, es decir, no se elaboró un guión original en donde se intentara recrear la sociedad mexicana de fines del siglo XIX, sino, se llevo a la pantalla situaciones construidas para narrar una novela y eso se nota.

Digo que se nota porque el desarrollo de los personajes obedece más a aspectos literarios y dramatúrgicos que históricos. Me explico. Al principio es evidente que estamos ante el descontento social que provocaba el gobierno de Porfirio Díaz, por eso, según la premisa, se engendra un atentado en su contra, pero, conforme avanza la historia que nos cuenta Jorge Fons, la idea principal se desvanece y terminamos instalados, sin saberlo, en un romance apasionado entre un poeta y su amante que al inicio tenían un papel secundario y que fueron tomando fuerza hacia el desenlace de la narración. Los motivos de Arnulfo Reyes, la supuesta actitud de Díaz ante el atentado, el desmoronamiento interno del gabinete presidencial, el poder de la prensa escrita y cualquier tipo de reflexión en torno a la época de Porfirio Díaz queda reducida a una historia de amor.

Lamentable que un director como Jorge Fons no tenga la capacidad para notar, o vislumbrar siquiera, que su historia se desmorona a cada paso que da. Por supuesto, no podemos soslayar que al inicio de la cinta, Fons deja claro que estamos frente a una representación de cómicos de carpa que están actuando el mentado atentado; incluso se antoja más la representación realizada por estos hilarantes actores de carpa que lo que sucede cuando vuelven a la narración principal.

Precisamente, retomando lo anterior, las actuaciones están en tonos diferentes y, siendo más específicos, hay un serio problema de dirección de actores. Por ejemplo los protagonistas: 1) Daniel Giménez Cacho: a pesar de toda su trayectoria y gran nivel actoral, nunca entendió hacia donde iba su personaje y se mantuvo en una interpretación sobria e indiferente; 2) Irene Azuela: esta actriz confirmó el estado actual de su capacidad histriónica, es decir, por momentos cae fácilmente en la sobreactuación y necesita un director que la guie para no pasar de lo sublime a lo caricaturesco; 3) Arturo Beristain: hace años inventé un término para definir este tipo de actuaciones: “actuación equilibrista”. Cuando digo “equilibrista” me refiero, en este contexto, a la elección peligrosa que hace un actor para llevar a cabo su interpretación, pues, si no es controlada, la actuación puede caer en lo inverosímil o, si se mantiene, puede quedar excelsa, desde luego, a pesar de momentos complicados, Beristain logra un excelente Porfirio Díaz; 4) José María Yaspik: este señor había logrado convencer a la crítica cinematográfica de que era actor con su trabajo en Las Vueltas del Citrillo, lamentablemente sus dos últimos trabajos, Abel y El Atentado, hicieron resurgir dudas de su capacidad, sobre todo ese tono de voz que hace en El Atentado que es para agarrarlo a patadas; 5) Julio Bracho: sólo una pregunta, ¿es actor? Mención aparte merece Carlos Cobos que interpreta a uno de los cómicos de carpa, puesto que, otra vez, como en toda su filmografía y su trabajo en teatro, logra una ovación de pie y con aplauso.

Para finalizar pienso que se desperdiciaron muchas cosas con este filme: se desperdicio presupuesto, talento, una reflexión crítica sobre la época de Porfirio Díaz, y la oportunidad de que la gente viera una buena película mexicana, pues, se contaban con dos cosas que nunca tiene el cine mexicano, publicidad y permanencia en cartelera. Como la mayoría de los críticos de cine, diré que si quieren ver una película que aborda los últimos años de la presidencia de Porfirio Díaz con sobrada capacidad, tanto en el guión como en el director, vean, la ya mencionada arriba, Las Vueltas del Citrillo (2006) de Felipe Cazals.

Invitación para ver “El Infierno” (2010) de Luis Estrada


Luis Estrada se ha caracterizado en su reciente filmografía por criticar, severamente, a los gobiernos mexicanos en turno. Por supuesto, hay que recalcarlo, lo logra en La Ley de Herodes (1999)(con su crítica a los gobiernos priístas) y se equivoca, garrafalmente, en Un Mundo Maravilloso (2006)(con su crítica al “capitalismo”). En este caso, Infierno (2010), su preocupación no es una crítica general al gobierno actual, ni a un sistema económico, sino, su crítica es muy específica sobre dos aspectos concretos de la realidad nacional: el narcotráfico y la llamada “guerra contra el crimen organizado”.

La historia que nos cuenta Luis Estrada, y su guionista Jaime Sampietro, comienza con el regreso, después de una fallida estadía en Estados Unidos, de Benjamín “Benny” García (interpretado por Damián Alcázar) a México. A su retorno, “Benny” se da cuenta que su pueblo natal ha cambiado y que las oportunidades para desarrollarse económicamente son casi nulas. En principio, ante este panorama, decide unirse a la vulcanizadora que tiene su tío y que mantiene a duras penas. Al mismo tiempo, se rencuentra con sus viejos amigos del pueblo y se percata que el negocio que prospera en el lugar es el narcotráfico. Sumergido en una emergencia se ve obligado a enrolarse en el narco y a descubrir, poco a poco, lo que significa y lo que cuesta tener una cómoda vida económica.

Dejando de lado el fracaso que significo Un Mundo Maravilloso, me parece que Luis Estrada retoma todo lo que hizo bien en La Ley de Herodes, es decir, la exploración de la comedia negra y la tragicomedia, así como, la excelente elección de actores y la utilización del ambiente rural mexicano. En El Infierno vuelve a esta crítica social, pero, desde el ángulo muy particular de la vida cotidiana del narcotraficante. Su visión de este mundo recae en temas específicos como, por ejemplo, la muerte, el dinero, la corrupción, el poder, la traición y la lealtad.

En este sentido, la película plantea dos preguntas fundamentales para el espectador (y creo que especialmente para el espectador mexicano, ya que, éste lo está viviendo todos los días): ¿dónde está la raíz del problema del narcotráfico? y ¿es posible, como sugiere el gobierno calderonista, acabar con el narcotráfico? Cada quien tendrá una respuesta diferente a estas preguntas, sin embargo, la película en su discurso intenta responderlas, pues, a lo largo de ésta se busca encontrar, en aspectos sociales y culturales, dónde está, o podría estar, la raíz del problema y las posibles alternativas para terminarlo.

Más allá de la clasificación “C” impuesta por la Dirección de Radio y Televisión, sin duda, El Infierno incomodará a varias instituciones de este país, ya que, en la película se aluden a asuntos actuales como: la protección política que tienen algunos narcos, la “ayuda” económica que recibe la Iglesia Católica, la corrupción de las autoridades judiciales, la nula acción el Estado en los territorios controlados y la colusión del narco en la política, es decir, los llamados “Narco-candidatos”. En pocas palabras, se sentirán muy ofendidos aquellos que apoyen al Sr. Calderón en su “guerra” contra el “crimen organizado”.

Para finalizar, sólo quiero mencionar un asunto concreto sobre un cambio de paradigma que propone Luis Estrada. Me explico. En la producción cinematográfica, de los últimos años en México, se han realizado películas que abordan de diferente manera el tema de la migración mexicana hacia Estados Unidos: por ejemplo, Mi vida dentro (2007) de Lucía Gajá, La misma luna (2007) de Patricia Riggen, Los Bastardos (2008) de Amat Escalante, etc. El punto es que El Infierno inaugura una nueva interpretación para este tema, es decir, el fracaso de los que emigran ilegalmente a EU. “Benny”, el personaje principal de El Infierno, debe volver a México porque en “gringolandia” no tuvo oportunidades para desarrollarse. Me llamó la atención porque se apega a la realidad que están viviendo los migrantes en EU con la reactivación de los “Minutemen” y la aprobación de la Ley SB1070. Por esta razón, y las anteriores que les expuse sucintamente, los invito a ver la película de Luis Estrada, El Infierno, que seguramente estará poco tiempo en la cartelera.