martes, 14 de diciembre de 2010

“Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 1” ["Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1"] (2010) de David Yates.


"EL DESENLACE DEL FENÓMENO MUNDIAL"


En la publicidad dedicada para esta “última película” (todavía no lo sabemos con seguridad) de Harry Potter, dividida en dos partes, se leen frases como la que subtitula la entrada de mi blog: “el evento cinematográfico de una generación”, “el desenlace del fenómeno mundial” y otras. No cabe duda, más allá de la campaña publicitaria con tintes épicos, que el personaje creado por J.K. Rowling se convirtió, a través de sus 7 libros, en una franquicia redituable tanto en venta de libros como en recaudación en taquilla (simplemente la primera parte del final lleva $257 millones de dólares, hasta el último corte de caja). Las ganancias que alrededor del mundo recoge “Harry Potter” han hecho de J.K. Rowling una de las mujeres más ricas de Inglaterra y a Warner Bros Pictures sus 7 películas le han dejado millones de dólares, por manejar su producción y distribución.


El problema, entre todos estos montones de dinero, es que la historia del mago no ha logrado trascender más allá de la recaudación monetaria, es decir, tanto libros como películas no han aportado nada a la historia del cine o literatura. Desde luego, muchos dirán que no es el objetivo final, sin duda, tienen razón, pero, que no haya nada que rescatar me sigue sorprendiendo. En mi caso, hasta la quinta película, Harry Potter and the Order of the Phoenix (2007), no había tenido la necesidad de sentarme a observar las aventuras de este mago; principalmente por mi aberración al tema de la magia tratado de esta forma y a la ausencia de un director u actor que valiera la pena.


En cuestión de los libros, sólo me senté a hojear el primero, Harry Potter and Sorcerer’s Stone, y descubrí que el estilo de J.K. Rowling no era de mi agrado y renuncié a la idea de algún día destruir mis retinas con esas historias tan superficiales para abordar el asunto de la magia, la brujería, etc. Posteriormente, regresando a las películas, vino un pequeño interés por ver una de las películas, ya que, el director mexicano Alfonso Cuarón había sido designado para rodar Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2004). Empero, Cuarón tenía el antecedente de Y tu mamá también (2001) (muy aplaudida en el extranjero; muy criticada en México) y no logró quitarme la apatía de sentarme alrededor de adolecentes para ver “Harry Potter”. Hasta este momento pensaba que nunca vería una película del estudiante de Hogwarts.


Todo cambió con el estreno de Harry Potter y la Orden del Fénix, pues, su reparto incluía a una actriz que me parece sumamente interesante su trabajo: Imelda Staunton. A esta actriz la había ubicado por su trabajo en la película El Secreto de Vera Drake (2004) de Mike Leigh, y pensaba que no me decepcionaría en la “Orden del Fénix”. Y así ocurrió, en el análisis final de esa película su trabajo resulta impecable. No obstante, desde ese quinto filme, para todos, primero para mí, descubrí que sus protagonistas son arropados por la producción para que no se noten a cuadro las carencias tan enormes que tienen, pero, más adelante abordaré el asunto concreto de los filmes.


La siguiente película que me llevo a estar sentado en una butaca donde se exhibiera Harry Potter fue el estreno de Harry Potter and the Half-Blood Prince (2009), en la cual repetía el director David Yates y rompía la supuesta “tradición” de cambiar director en cada película. Otra vez fue un actor lo que me orilló a convivir con adolecentes de dudosa calidad intelectual. En esta ocasión fue el actor inglés Jim Broadbent, pues, su actuación en And when did you last see your father? [La última vez que vi a mi padre] (2007) de Anand Tucker, me había parecido por demás impoluta y excelsa. Este antecedente no salvo de que su interpretación del Profesor Horace Slughorn, en Harry Potter y el misterio del Príncipe, fuera deslucida y llena de apatía; lamentablemente no se repitió una digna actuación como en el caso de Imelda Staunton. Aparte que lo único que recuerdo de esa película es el robo que se cometió contra los que elegimos la versión en tercera dimensión, puesto que, más tardabas en sentarte que en finalizara la única escena que venía en ese formato.


Como podrán leer, mis dos experiencias con los filmes de Harry Potter han sido por medio de un actor o una actriz que se han sumado al elenco y que han resaltado de la mediocridad que regularmente acompaña sus repartos. Algunos podrían mencionar los nombres de Ralph Fiennes (interpretando a Lord Voldemort) o Helena Bonham Carter (interpretando a Bellatrix Lestrange), pero, sin aludir a lo limitado o contado de sus apariciones, se nota que ambos actores, prácticamente, cumplen con su trabajo y no quieren, o no desean, dar lo que se les vio en otros trabajos como The English Patient (1996) ó The Wings of the Dove (1997).


Para esta última película, en dos partes, mi interés no era otro más que observar el final de esta franquicia y esperaba que, al ser el “el desenlace del fenómeno mundial”, el director, que ya llevaba dos fétidas películas, se inspirara y corrigiera el camino, pero, no fue así, me demostró que, si las otras me habían parecido bodrios, ésta las superaría con creces.


PARTE 1


Como mencioné arriba, las únicas dos películas que he visto de Harry Potter, antes de ésta, eran Harry Potter y la Orden del Fénix (2007) y Harry Potter y el misterio del Príncipe (2009), ambas del mismo director David Yates. Este señor Yates, que se dedicaba a la televisión inglesa y a realizar algunos cortometrajes, fue elegido para realizar las últimas películas de Harry Potter, desde la quinta hasta la novena (que se estrenará en 2011). La elección probablemente, y estoy especulando, se debió a los premios BAFTA (British Academy of Film and Television Arts) que obtuvo de sus cortos y su trabajo en TV. También, sumado a esto, David Yates logró que la recaudación subiera después de que su antecesor, Mike Newell, fuera criticado por J.K Rowling y no lograra las expectativas económicas que se tenían para el filme Harry Potter and the Goblet of Fire (2005).


A partir del año 2007, Yates se apropia de la dirección y se suma, al proyecto de “la Orden del Feníx”, el guionista Michael Goldenberg. Sin conocer los motivos reales, sólo el pésimo guión que hizo, para la siguiente película cambian a Goldenberg por el guionista Steve Kloves. No sorprende que la tarea de hacer el guión de “El Misterio del Príncipe” recayera en Kloves, puesto que, éste ya había hecho los guiones de Harry Potter “y la piedra filosofal”, “la cámara secreta”, “el prisionero de Azkaban”, y “el cáliz de fuego”. En pocas palabras, regresaron a lo que ya les había funcionado; y para esta primera parte, de dos, vuelve a realizar el guión.


En general, iniciando el análisis concreto del filme, (y sabiendo de antemano que no soy fan de películas ni de libros) me parece que la idea que permea a todos los filmes, o por lo menos los que he visto, es que el personaje de Harry James Potter aprende algo nuevo de magia y conoce un “secreto” que lo acerca, cada vez más, al enfrentamiento que tendrá con Lord Voldemort, ya que, según se lo han hecho saber, él es “el elegido”. Aparte de estos elementos, que considero repetitivos en todos los guiones sobre Harry Potter, se agregan las aventuras que vive con Hermione Granger y Ron Weasley, así como, su relación con distintos profesores y personajes secundarios que se han ido sumado a la historia.


En definitiva, la historia se resume en la formación de un mago que tendrá que enfrentar y vencer a su némesis que, aparte, mató a sus padres (por si había alguna duda que estamos ante un refrito). Afortunadamente sólo me he ejecutado dos (ahora tres) películas y puedo decir que en ellas no pasa nada, es decir, la gran trama, que culminará con la novena película, avanza lentamente al igual que las subtramas que tiene cada película, ya que, al concluir cada una, se llega a la misma conclusión, o sea, todo se resolverá cuando se enfrenten los dos magos.


En particular, hablando de Harry Potter y las reliquias de la muerte. Parte 1, se pensaba que ocurrirían más cosas, ya que, supuestamente se dejarían para el final-final: la acción, la aventura, la resolución de conflictos, los romances entre los personajes, etc. Sin embargo, otra vez, no pasa nada; la historia se queda nuevamente en lo mismo que ya se abordó en las anteriores: tramas inconclusas, circunstancias anodinas, bromas repetitivas, misterios simples, muertes intrascendentes y otras.


Mención aparte merece la nula dirección de actores y del montaje que hace David Yates. En primer lugar, Daniel Radcliffe no tuvo, no tiene, y no tendrá, el nivel actoral mínimo que se requiere para que alguien se dedique a la actuación; todas sus actuaciones, en estas películas, han estado bajo una sobreprotección por parte de los directores en turno, así como, un juego de cámaras, en donde la cámara tiene que buscar la “actuación” de este señor y no al revés. En segundo lugar, el acompañamiento por parte de los co-protagonistas: Emma Watson y Rupert Grint. Sobre la primera salta inmediatamente a la vista su impresionante belleza, empero, su hermosura no va a la par de su desempeño histriónico, pues, nunca logró dar siquiera una escena en donde alguien pudiera aseverar que ahí había una actriz; sencillamente, por ser tan guapa, terminará haciendo las clásicas comedias románticas hollywoodenses que estrenan cada semana. Un caso es el de Rupert Grint, ya que, al menos sus compañeros Radcliffe y Watson tendrán una oportunidad; este tipejo pelirrojo no tiene posibilidad de estar siquiera de extra en alguna película de medio pelo; su nivel actoral es ínfimo, pobre, nulo, triste, y un largo etcétera, ojalá haya ahorrado algo de estas nueve películas, pues, pienso que no volverá a trabajar.


Como dije anteriormente, Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter salen a cobrar (y muy bien) y se guardan sus capacidades, aunque, siendo objetivos, llevan años sin mostrar un trabajo que merezca ser recordado. De los demás actores del reparto, pues, no hay mucho que decir, la mayoría son ingleses y poco se conoce su trabajo, puesto que, algunos trabajan en teatro y otros en televisión.


Para finalizar, sobra decir que el guión de esta película obedece a los cánones ya conocidos de Hollywood: elementos narrativos simples, tramas sencillas y diálogos reiterativos sin contenido (en este sentido, es importante señalar la incapacidad del director con respecto a los diálogos, es decir, todas las escenas se repiten en los diálogos: por ejemplo, “estás triste”, “estás contento”, “tu caída estuvo divertida”, etc., es decir, todo eso se supone que está siendo interpretado por los actores, pero, como ya lo dije, su funesto registro actoral tiene que ser cuidado para que, según ellos, no se note). Cabe resaltar que dejando fuera el guión, las actuaciones, la edición, la dirección, y lo que acumule, todo el presupuesto se enfocó en filmar grandes paisajes de la campiña inglesa.


CONCLUSIÓN


Algo que resalta de esta película es una animación que aparece a la mitad y que en ésta se cuenta la historia de las “reliquias de la muerte”. En verdad, entre tanta bazofia, sobresale esta animación que parece un cortometraje que se puso en el intermedio de esta película, pues, creo es, al fin y al cabo, un respiro para aquellos que ya estábamos hartos de las 2 horas que lleva la película.


Desde luego que mi conclusión sobre esta película, no puede ser otra, por favor, no la vean, en serio, desperdiciarán tiempo, dinero y probablemente sientan, al final, cierta opacidad en su cerebro por ver estas cosas para oligofrénicos. De mi parte, para los fans de esta cosa, quiero recomendarles primero, en el plano literario, un libro sobre otro mago que presiento puede gustarles: el libro se llama Un Mago de Terramar de Ursula K. Le Guin. Es una serie de tres libros que seguramente encontrarán divertida y con mayor complejidad que su Harry Potter. Películas sobre magia hay en exceso, empero, quiero recomendarles una que vi recientemente que se llama Krabat [Aprendiz de Magia Negra] (2008) de Marco Kreuzpaintner; no confundir con la basura de Nicolas Cage llamada El Aprendiz de Brujo.


Ahora habrá que esperar a que el próximo año, 2011, se estrené la segunda parte, sin embargo, la crítica tendrá que comentármela alguien, pues, no pienso ir a verla, o ¿sí?

1 comentario:

  1. Hay un detalle muy bueno en lo que comentas, y que habitualmente se pasa por alto: el hecho de que, en ocasiones, las malas actuaciones deban escudarse en apoyos de guión, en las frasecitas del tipo "ay, creo que te duele mucho, ¿verdad?", para que el espectador lo note y no crea que el actor sólo está haciendo visajes sin ton ni son.

    Sobre la película... yo sí me chuté las cinco primeras, salvo la del prisionero, y no me parecieron tan repugnantes. Es decir, se entiende el lugar del que cuenta y de aquél a quien le cuenta —una señora desempleada, cualquier niño con el mínimo IQ para tomar un libro y leerlo— y eso, en mi caso, me permitió ser indulgente e incluso disfrutar de las películas. El problema es que se ha contruido un movimiento mediático de tal magnitud que tu crítica resulta, no sólo lógica, sino necesaria: si las películas del maguito son el fenómeno que se anuncia, algo debe respaldarlas y hacerlas un suceso por sí mismas, no a partir de lo que opinan mil, cien mil o un millón de sujetos enajenados con Harry Potter.

    A este respecto, me parece que el problema es que no hay una diferencia tan grande entre Harry Potter y Dragon Ball —la secuencia de los aprendizajes y el final de la trama parecen idénticos a nivel estructural—, donde todo se basa en movimientos abruptos de la cámara, espectaculares secuencias de acción, efectos y explosiones por acá y por allá... pero, de actuaciones, cero. Y ése es un problema mayor: todo el impacto visual —lo que es ya una penosa constante en el cine— se reduce a cuántos efectos se integran, no a cómo actúan los sujetos. Puede tenerse diez bodoques ahí que se dedican a posar ante la cámara y que no servirían para nada pero que, si cuentan con un apoyo técnico enorme, hacen la gran película. Qué lamentable.

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