De las tres películas que llamaron poderosamente mi atención, (Hidalgo. La historia jamás contada, El Atentado y El Infierno) en el contexto de la conmemoración del Bicentenario (versión Partido Acción Nacional), tenía la mirada puesta en dos principalmente, la película de Jorge Fons y Antonio Serrano. Ya que en éstas, a diferencia de El Infierno de Luis Estrada, se buscó reconstruir una época histórica concreta, es decir, se harían guiones originales para presentar la época porfirista y las vivencias del Cura Hidalgo, en Nueva España, antes de su grito en Dolores. Por supuesto, la única que cumplió esta búsqueda de un guión original fue la película de Antonio Serrano, pues, la película El Atentado, como ya lo he comentado, fue un guión adaptado de la novela de El expediente del Atentado de Álvaro Uribe.
PREPARACIÓN
Mi curiosidad me llevo, en primer lugar, a localizar las fuentes e información que utilizaría Antonio Serrano para la elaboración de su guión. Mi primera pista me llevo a un libro llamado El cura Hidalgo y sus amigos del supuesto divulgador de la historia Paco Ignacio Taibo II. Este hombre, valorado por algunos, da una opinión muy certera de su trabajo entorno a Miguel Hidalgo y Costilla: “El resultado es el libro más pinche herético que he escrito. Traigo bronca con la historia reaccionaria de bronce que nos quiso imponer el PRI; contra los revisionistas de derecha que quieren convertir a Iturbide en el simpático caballero que consumó la Independencia; contra el neopanismo y su intento de olvidarse del carácter del cura hereje de Hidalgo y traigo todas las broncas contra el clero”. Me parece que hay poco que agregar ante la opinión de semejante “conocedor” y “crítico” de la historia.
Desde luego, Paico Ignacio Taibo II puede hacer éste y otros libros donde vierta toda la “herejía” que quiera; lo que es inconcebible es que alguien se atreva a hacer un guión cinematográfico a partir de semejante literatura. Pues, lamentablemente, si hubo alguien que considero ese libro como base para la realización de una película que nació con el título de Hidalgo Moliere. Me detengo para explicar que el proyecto de Hidalgo. La historia jamás contada surgió con el título (definitivo se decía) de Hidalgo Moliere, pero, posteriormente por cuestiones comerciales, a los distribuidores nos les pareció adecuado el título y cambiaron “Moliere” por “La historia jamás contada”.
Al proyecto Hidalgo Moliere se sumaron en la dirección Antonio Serrano y, un tal, Leo Mendoza para hacer el guión. Éste último fue quien tuvo la grandiosa idea de basarse en el libro de Taibo II para contarnos los años mozos del cura Hidalgo. Pero, más allá de una biografía sobre Hidalgo, Antonio Serrano decidió centrarse en una idea que venía contenida en el libro El cura Hidalgo y sus amigos, la cual aseguraba que Hidalgo formaba grupos de teatro de aficionados y montaba obras de Moliere traducidas por él. No extrañó tal enfoque, a la vida del cura de Dolores por parte del director, pues él, Antonio Serrano, se formó en el teatro y sus mejores años y éxitos los obtuvo como director de teatro; en cine únicamente logró cierto éxito con su ópera prima Sexo, pudor y lágrimas (1999) que, cabe decirlo, el suceso teatral fue lo que originó que se hiciera película, pero esa es otra historia.
Como es obvio, utilizar un sólo libro para reconstruir la vida de un personaje histórico no es suficiente, por lo cual, Leo Mendoza recurrió a la historiadora Dra. María José Garrido Asperó y a la dramaturga Ximena Escalante. No necesito recalcar que su participación fue asesorando el proyecto y no como supervisoras de lo que Serrano y este tipo, llamado Mendoza, hicieron después.
Regresando al nacimiento del proyecto de Hidalgo Moliere, todo partió de hacer algo distinto a la llamada “historia de bronce” y realizar un Cura Hidalgo con “un carácter diferente al que nos han vendido”, así como, un cura “irreverente, sarcástico, pícaro, divertido, alegre y contradictorio”, según palabras del director. Pero, dejando de lado esta larga preparación del proyecto, después de enterarnos quiénes son las personas detrás de las ideas que se manejan en el guión, pasemos a lo importante que es la película ya estrena y exhibida.
HIDALGO. LA HISTORIA JAMÁS CONTADA
La película, como las tres anteriores, apoyada por el gobierno federal para su programación mínima durante dos semanas en cartelera, tenía asegurada la permanencia y, al mismo tiempo, el privilegio de ser estrenada, nada más y nada menos, que el 16 de Septiembre. Días antes noté que el público vio con buenos ojos la inclusión en el reparto del ya clásico Demian Bichir y la actriz “internacional” Ana de la Reguera. Los avances y los posters hacían pensar que uno asistiría a una historia de amor carnal por parte de los protagonistas. En esas primeras secuencias se veía un Hidalgo luchando contra sus pulsiones y las restricciones eclesiásticas y, al mismo tiempo, el nacimiento de una actitud “rebelde” contra las autoridades de la Nueva España. Pocos sabían, como lo mencioné arriba, que la película, en su título original, se llamaba Hidalgo Moliere y que no concordaba con la publicidad que se hacía al filme.
Antonio Serrano, director de teatro, no de cine, venía de un fiasco cinematográfico llamado La hija del caníbal (2003) y que demostró que Sexo, pudor y lágrimas fue un éxito pasajero que no se repetiría; incluso se dudaba que Serrano retomará su carrera como director cinematográfico. Sin embargo, regresa a la dirección y de la anécdota de Paico Ignacio Taibo II, de un Hidalgo amante del teatro y de Tartufo de Moliere, surge Hidalgo. La historia jamás contada.
La historia la dividió en tres momentos que ejemplifican, según él, la vida de este párroco de Dolores: 1) en Pátzcuaro, en 1767, nos muestra a un joven Hidalgo que vive la expulsión de los jesuitas e inicia su pasión por el teatro; 2) 26 años después vemos la vida de Hidalgo en Valladolid y en San Felipe, lugares donde se desarrolla la mayoría de la historia, y observamos la formación de los grupos de Teatro de aficionados, así como, la vida privada de Hidalgo (léase: amoríos, borracheras, lio de faldas y, principalmente, su gusto por las tradiciones indígenas del lugar); 3) por último, estamos instalados en 1811, días previos a la muerte de Hidalgo.
En general, el guión de Mendoza y Serrano nos narra la historia de un aficionado al teatro que desafortunadamente terminó siendo, casi parece por accidente, organizador de un movimiento independentista. Me explico. La construcción del personaje nunca conecta con la imagen, en retrospectiva, que quiere mostrar Serrano de un Hidalgo derrotado en su celda en Chihuahua, esperando ser enjuiciado y ejecutado; pareciera que los excesos de fiestas, mujeres y alcohol arruinaron a ese pobre hombre y no alguna batalla contra los ejércitos realistas. Como no sintiéndose capaz de ejemplificar en una toma algo que refiera, al menos en parte, a la postura ideológica de Hidalgo, Serrano recurre a la escena fácil para denostar que dentro de todo ese individuo comienza a surgir una actitud contraria a la Iglesia y al Gobierno de Nueva España. Sin embargo, el gran problema de Hidalgo, según Serrano, no es la devolución de las tierras a los pueblos indígenas o la esclavitud, no, su gran trauma es no poder montar Tartufo de Moliere para su lucimiento en el escenario. En verdad, la cinta se enfoca en este aspecto nada más y, si no fuera suficiente, recordemos que es un dato aportado de la imaginación “herética” de Paco Ignacio Taibo II.
Otros aspectos del filme son dignos de señalarse. Por ejemplo, la pésima dirección de actores: por qué nadie le indicó a Demian Bichir que debía elegir entre hablar como peninsular o como habitante actual de cualquier barrio del DF; y ocurrió con todos los demás actores, ninguno tiene una pronunciación adecuada ni igual, cada quien va por su lado. Ana de la Reguera fue vendida en posters y avances de la película como un personaje importante y sale dos segundos con su ya conocida nula capacidad histriónica. El montaje no me gustó, ya que, por momentos sentí que la construcción escénica era de alguna película del Zorro. Pero lo peor del caso es la edición. No puede ser que se haya editado tan mal esta película, pues, ese intento de hacer una mezcla absurda entre los tres momentos de la vida de Hidalgo nunca logran concatenarse adecuadamente, aparte, los flashbacks cortan la narración no aportando nada a la historia; probablemente hubiera sido eficaz poner en orden cronológico las escenas, aunque, el "amante del teatro frustado", que construye Serrano, nunca hubiera encontrado lógica con el "insurgente derrotado" que espera su muerte con resignación. Como dijeron por ahí, este Hidalgo se ve más capacitado para organizar una gran “pachanga” que un movimiento revolucionario.
CONCLUSIÓN
En la sala que me tocó ver esta película, el público reía mucho y se divertía. Al principio no entendía por qué sucedía, pues, Hidalgo. La historia jamás contada presentaba elementos históricos absurdos y malas actuaciones, sin contar, el guión creado a partir de una obra de Taibo II y todo lo que eso signifiqué. No obstante, la divulgación de la historia, en los últimos años, ha apostado por recurrir a esta “desmitificación de héroes” que aparentemente busca acercar al público general a una interpretación histórica menos mítica y heroica. Puesto que, por medio del escrutinio de las vidas privadas y los “secretos” de los sujetos históricos, el espectador, de un libro o una película, supuestamente, encontrará algún “aprendizaje”, “conocimiento” ó “dato anecdótico” que le ayudará a entender la razón de su ser histórico. Sin embargo, autores como Taibo II y Enrique Krauze Kleinbort olvidan que la construcción del discurso historiográfico, aunque sea con objetivos de divulgación, requiere ser trabajado e investigado más allá del personaje histórico. Por eso, la caricatura que nos regaló Antonio Serrano de Don Miguel Hidalgo y Costilla –y que hizo reír a los espectadores de mi sala– estuvo muy lejos de ser esa “historia jamás contada” que prometió en el título.
PREPARACIÓN
Mi curiosidad me llevo, en primer lugar, a localizar las fuentes e información que utilizaría Antonio Serrano para la elaboración de su guión. Mi primera pista me llevo a un libro llamado El cura Hidalgo y sus amigos del supuesto divulgador de la historia Paco Ignacio Taibo II. Este hombre, valorado por algunos, da una opinión muy certera de su trabajo entorno a Miguel Hidalgo y Costilla: “El resultado es el libro más pinche herético que he escrito. Traigo bronca con la historia reaccionaria de bronce que nos quiso imponer el PRI; contra los revisionistas de derecha que quieren convertir a Iturbide en el simpático caballero que consumó la Independencia; contra el neopanismo y su intento de olvidarse del carácter del cura hereje de Hidalgo y traigo todas las broncas contra el clero”. Me parece que hay poco que agregar ante la opinión de semejante “conocedor” y “crítico” de la historia.
Desde luego, Paico Ignacio Taibo II puede hacer éste y otros libros donde vierta toda la “herejía” que quiera; lo que es inconcebible es que alguien se atreva a hacer un guión cinematográfico a partir de semejante literatura. Pues, lamentablemente, si hubo alguien que considero ese libro como base para la realización de una película que nació con el título de Hidalgo Moliere. Me detengo para explicar que el proyecto de Hidalgo. La historia jamás contada surgió con el título (definitivo se decía) de Hidalgo Moliere, pero, posteriormente por cuestiones comerciales, a los distribuidores nos les pareció adecuado el título y cambiaron “Moliere” por “La historia jamás contada”.
Al proyecto Hidalgo Moliere se sumaron en la dirección Antonio Serrano y, un tal, Leo Mendoza para hacer el guión. Éste último fue quien tuvo la grandiosa idea de basarse en el libro de Taibo II para contarnos los años mozos del cura Hidalgo. Pero, más allá de una biografía sobre Hidalgo, Antonio Serrano decidió centrarse en una idea que venía contenida en el libro El cura Hidalgo y sus amigos, la cual aseguraba que Hidalgo formaba grupos de teatro de aficionados y montaba obras de Moliere traducidas por él. No extrañó tal enfoque, a la vida del cura de Dolores por parte del director, pues él, Antonio Serrano, se formó en el teatro y sus mejores años y éxitos los obtuvo como director de teatro; en cine únicamente logró cierto éxito con su ópera prima Sexo, pudor y lágrimas (1999) que, cabe decirlo, el suceso teatral fue lo que originó que se hiciera película, pero esa es otra historia.
Como es obvio, utilizar un sólo libro para reconstruir la vida de un personaje histórico no es suficiente, por lo cual, Leo Mendoza recurrió a la historiadora Dra. María José Garrido Asperó y a la dramaturga Ximena Escalante. No necesito recalcar que su participación fue asesorando el proyecto y no como supervisoras de lo que Serrano y este tipo, llamado Mendoza, hicieron después.
Regresando al nacimiento del proyecto de Hidalgo Moliere, todo partió de hacer algo distinto a la llamada “historia de bronce” y realizar un Cura Hidalgo con “un carácter diferente al que nos han vendido”, así como, un cura “irreverente, sarcástico, pícaro, divertido, alegre y contradictorio”, según palabras del director. Pero, dejando de lado esta larga preparación del proyecto, después de enterarnos quiénes son las personas detrás de las ideas que se manejan en el guión, pasemos a lo importante que es la película ya estrena y exhibida.
HIDALGO. LA HISTORIA JAMÁS CONTADA
La película, como las tres anteriores, apoyada por el gobierno federal para su programación mínima durante dos semanas en cartelera, tenía asegurada la permanencia y, al mismo tiempo, el privilegio de ser estrenada, nada más y nada menos, que el 16 de Septiembre. Días antes noté que el público vio con buenos ojos la inclusión en el reparto del ya clásico Demian Bichir y la actriz “internacional” Ana de la Reguera. Los avances y los posters hacían pensar que uno asistiría a una historia de amor carnal por parte de los protagonistas. En esas primeras secuencias se veía un Hidalgo luchando contra sus pulsiones y las restricciones eclesiásticas y, al mismo tiempo, el nacimiento de una actitud “rebelde” contra las autoridades de la Nueva España. Pocos sabían, como lo mencioné arriba, que la película, en su título original, se llamaba Hidalgo Moliere y que no concordaba con la publicidad que se hacía al filme.
Antonio Serrano, director de teatro, no de cine, venía de un fiasco cinematográfico llamado La hija del caníbal (2003) y que demostró que Sexo, pudor y lágrimas fue un éxito pasajero que no se repetiría; incluso se dudaba que Serrano retomará su carrera como director cinematográfico. Sin embargo, regresa a la dirección y de la anécdota de Paico Ignacio Taibo II, de un Hidalgo amante del teatro y de Tartufo de Moliere, surge Hidalgo. La historia jamás contada.
La historia la dividió en tres momentos que ejemplifican, según él, la vida de este párroco de Dolores: 1) en Pátzcuaro, en 1767, nos muestra a un joven Hidalgo que vive la expulsión de los jesuitas e inicia su pasión por el teatro; 2) 26 años después vemos la vida de Hidalgo en Valladolid y en San Felipe, lugares donde se desarrolla la mayoría de la historia, y observamos la formación de los grupos de Teatro de aficionados, así como, la vida privada de Hidalgo (léase: amoríos, borracheras, lio de faldas y, principalmente, su gusto por las tradiciones indígenas del lugar); 3) por último, estamos instalados en 1811, días previos a la muerte de Hidalgo.
En general, el guión de Mendoza y Serrano nos narra la historia de un aficionado al teatro que desafortunadamente terminó siendo, casi parece por accidente, organizador de un movimiento independentista. Me explico. La construcción del personaje nunca conecta con la imagen, en retrospectiva, que quiere mostrar Serrano de un Hidalgo derrotado en su celda en Chihuahua, esperando ser enjuiciado y ejecutado; pareciera que los excesos de fiestas, mujeres y alcohol arruinaron a ese pobre hombre y no alguna batalla contra los ejércitos realistas. Como no sintiéndose capaz de ejemplificar en una toma algo que refiera, al menos en parte, a la postura ideológica de Hidalgo, Serrano recurre a la escena fácil para denostar que dentro de todo ese individuo comienza a surgir una actitud contraria a la Iglesia y al Gobierno de Nueva España. Sin embargo, el gran problema de Hidalgo, según Serrano, no es la devolución de las tierras a los pueblos indígenas o la esclavitud, no, su gran trauma es no poder montar Tartufo de Moliere para su lucimiento en el escenario. En verdad, la cinta se enfoca en este aspecto nada más y, si no fuera suficiente, recordemos que es un dato aportado de la imaginación “herética” de Paco Ignacio Taibo II.
Otros aspectos del filme son dignos de señalarse. Por ejemplo, la pésima dirección de actores: por qué nadie le indicó a Demian Bichir que debía elegir entre hablar como peninsular o como habitante actual de cualquier barrio del DF; y ocurrió con todos los demás actores, ninguno tiene una pronunciación adecuada ni igual, cada quien va por su lado. Ana de la Reguera fue vendida en posters y avances de la película como un personaje importante y sale dos segundos con su ya conocida nula capacidad histriónica. El montaje no me gustó, ya que, por momentos sentí que la construcción escénica era de alguna película del Zorro. Pero lo peor del caso es la edición. No puede ser que se haya editado tan mal esta película, pues, ese intento de hacer una mezcla absurda entre los tres momentos de la vida de Hidalgo nunca logran concatenarse adecuadamente, aparte, los flashbacks cortan la narración no aportando nada a la historia; probablemente hubiera sido eficaz poner en orden cronológico las escenas, aunque, el "amante del teatro frustado", que construye Serrano, nunca hubiera encontrado lógica con el "insurgente derrotado" que espera su muerte con resignación. Como dijeron por ahí, este Hidalgo se ve más capacitado para organizar una gran “pachanga” que un movimiento revolucionario.
CONCLUSIÓN
En la sala que me tocó ver esta película, el público reía mucho y se divertía. Al principio no entendía por qué sucedía, pues, Hidalgo. La historia jamás contada presentaba elementos históricos absurdos y malas actuaciones, sin contar, el guión creado a partir de una obra de Taibo II y todo lo que eso signifiqué. No obstante, la divulgación de la historia, en los últimos años, ha apostado por recurrir a esta “desmitificación de héroes” que aparentemente busca acercar al público general a una interpretación histórica menos mítica y heroica. Puesto que, por medio del escrutinio de las vidas privadas y los “secretos” de los sujetos históricos, el espectador, de un libro o una película, supuestamente, encontrará algún “aprendizaje”, “conocimiento” ó “dato anecdótico” que le ayudará a entender la razón de su ser histórico. Sin embargo, autores como Taibo II y Enrique Krauze Kleinbort olvidan que la construcción del discurso historiográfico, aunque sea con objetivos de divulgación, requiere ser trabajado e investigado más allá del personaje histórico. Por eso, la caricatura que nos regaló Antonio Serrano de Don Miguel Hidalgo y Costilla –y que hizo reír a los espectadores de mi sala– estuvo muy lejos de ser esa “historia jamás contada” que prometió en el título.
Muy interesante tu reseña y, sobre todo, los elementos de juicio que aportas sobre la película —que, desde el afiche y el reparto, no se me antojó ver—. Sin embargo, hay dos cosillas con las que no coincido: la primera, equiparar a Krauze con Taibo —a un historiador que, cuando quiere, hace las cosas bien, con un escritor que mete la pata cada que le hace al pseudo historiador—; salvo tu mejor opinión, creo que bien habrías podido poner al autor del argumento original a la altura de tarados como Villalpando, incluso Martín Moreno, y todo hubiera quedado muy bien. No obstante, lo de Krauze me parece un poco excesivo.
ResponderEliminarLo segundo es la idea de la "desmitificación". Hasta donde me es posible ver, en los nuevos intentos de la divulgación para presentar a los héroes de un modo distinto al que convencionalmente se ha intentado —a todos, menos a San Benito Juárez, patrono de los ideológicamente desorientados—, sólo hay una poca de vulgarización, un poquito más de carne —y de todo lo relacionado con ella— y un poquito más de vísceras, pero el mito sigue en pie. Así, este Hidalgo, según comentas, es juerguista, disipado, lujuriosón, pero sigue en su papel de "rebelde", un rebelde que está predestinado para la gran rebeldía, para armar un mitote enorme y convertirse en Padre de la Patria. O sea, se desmitifica lo necesario para hacerlo vendible, pero el mito no se desvanece.
Muy buena crítica, felicidades.
¿A qué se debe tu evidente adversión al trabajo de Taibo II como historiador?
ResponderEliminar¿Sólo el libro de Taibo II sobre Hidalgo es el que te parece malo o es que todos sus libros históricos te resultan igual de malos?
Si no es así ¿Cómo entonces debe contarse la historia de México en una película?
Saludos,
Sebastián Lucio
Cuidado!!!, el libro original de Hidalgo la historia jamás contada es de Leo Mendoza y no de Taibo II. La obra fue concebida originalmente como guión y premiada en su momento por el IMCINE con la realización del proyecto. Leo Mendoza es periodista y tambien autor del guión Morelos (2012) entre otros.
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