viernes, 27 de mayo de 2011

“Presunto Culpable” (2008) de Roberto Hernández y Geoffrey Smith


Antes de Presunto Culpable

A algunos les sorprenderá que ponga el año 2008 para referirme a esta película, pero es exactamente el año en que inició toda esta aventura. La película empezó en ese año a circular en festivales y exhibiciones privadas, por lo cual, se tomó como fecha de estreno. Hay que decir que su presentación se dio en círculos cerrados y, hasta podría decir, lúgubres. Sólo unos cuantos vieron la primera versión de Presunto Culpable que, en general, eran los videos que habían tomado Roberto Hernández y Layda Negrete del caso en cuestión. Esa primera edición llamó la atención del ambiente cinematográfico; en particular del crítico Leonardo García Tsao que en una entrevista, para el Canal 22, mencionó el trabajo de estos abogados. Justo fue en esa entrevista cuando me enteré de ese trabajo y decidí esperar paciente su estreno en la cartelera mexicana.

Pasaron varios meses y el proyecto de Presunto Culpable no vislumbraba en los estrenos de cine mexicano en 2009. Otra vez García Tsao habló del documental en su participación en La Jornada cubriendo el 34 Festival de Toronto [http://www.jornada.unam.mx/2009/09/13/index.php?section=opinion&article=a08a1esp]. En esa crítica ya se hablaba de la participación de Geoffrey Smith que, según menciona Tsao, “dio una estructura al material grabado”. Poco, o nada, se conocía el trabajo de Geoffrey Smith como documentalista; por ejemplo, investigando, se puede encontrar un documental que filmó en 2007 que se llama The english surgeon [El cirujano inglés] y que en México sólo se estrenó en el festival Ambulante.

Difícil hacer la comparación entre la primera edición –que hicieron los abogados– y la que se hizo con la ayuda de Geoffrey Smith. Los que si vieron las dos ediciones dicen que el documentalista australiano ayudó de forma definitiva a que los videos que surgieron como prueba de un juicio se convirtieran en un documental. El resultado de ese trabajo lo analizaré más adelante.

Después del Festival de Toronto, Presunto culpable se exhibió en el Festival de Morelia. Justo en ese momento la película logró una divulgación más fuerte en el ámbito de la crítica cinematográfica y en círculos afines. Empezaron a surgir críticas sobre la película que hablaban de un filme que “te deja sin palabras” ó “un resurgimiento del cine de denuncia”. Tanto se habló del mentado documental que, conforme avanzaba el tiempo, más y más cinéfilos queríamos verlo.

Terminó el año 2009 y no pasó nada. El estreno seguía sin verse en el horizonte de la cartelera comercial. Había que estar atentos porque al ser documental, y mexicano, se le darían una o dos salas; aparte que duraría cinco minutos en los cines. Prácticamente, durante muchos meses, no hubo noticias ni información de cuándo se exhibiría este documental que ya era famoso entre algunos.

Un episodio que no me queda muy claro, por no contar con suficiente información, fue el momento en que Alejandro Ramírez Magaña (Director General de Cinépolis) se unió a Presunto Culpable como productor. Puedo especular que la presentación del documental de Roberto Hernández y Layda Negrete en el Festival de Morelia (creado y financiado por Cinépolis) fue el detonante para que un ejecutivo de Organización Ramírez se sumara como productor. No sólo eso, con el tiempo, Cinépolis fue el distribuidor de Presunto Culpable.

En medio de la celebración del “Bicentenario”, y con el apoyo brindado por Cinépolis a ciertas películas, se incluía el tráiler o avance de la película Presunto Culpable. Un avance de un filme mexicano antes de otro sucede muchas veces, pues, es la única ocasión que permiten los asquerosos exhibidores para que se promueva una producción nacional. Lo raro, y que me desconcertó, fue que el tráiler pasara antes de los comerciales y en una película gringa; nunca sucede de esa manera: primero son los comerciales y luego los avances. Mi interés se incrementó cuando me di cuenta que no importará que película entraras a ver a Cinépolis, siempre te pasaban el avance de Presunto Culpable.

Al indagar me enteré de todo lo que ya he dicho: 1) el presidente de Cinépolis aparecía en los créditos como productor, 2) Cinépolis sería el distribuidor del documental y 3) se estaba preparando una gran campaña publicitaria para la película (bueno esto último no lo había dicho). La campaña que empezó a finales del 2010 fue abrumadora: funciones de prensa al por mayor, preestrenos, invitaciones para políticos, entes de la farándula y periodistas.

En enero de 2011, poco a poco, la película fue cubriendo espacios en medios de comunicación. El apoyo de Cinépolis al filme se enfocó, como mencioné, en colocar un avance en todas las películas que estaban en cartelera, posters en todos sus complejos y folletos en la taquilla cuando comprabas un boleto para cualquier función. Entendí que era parte de una campaña publicitaria, empero, cuando aparecieron notas sobre la película en los espacios de Televisa fue cuando me preocupé.

Mi preocupación no era gratuita, pues, Televisa sólo se une a campañas o ideas que pueden beneficiarle. Mi desesperación por ver la película se incremento al infinito; necesitaba ver que tenía esa película que podía aglomerar a tantos medios y dar una sentencia que se repetía una y otra vez: “la película que todo México tiene que ver”.

Presunto Culpable

El documental de Layda Negrete y Roberto Hernández llegó a las salas mexicanas el 18 de Febrero de 2011. Para mi sorpresa no ocurrió lo que vaticiné a finales del 2009, es decir, que la película estaría en una o dos salas; al contrario, Cinépolis la exhibió, en su semana de estreno, en dos salas por cada complejo. Esto último nunca se había visto, ya no digamos en un documental, sino, en una película de producción mexicana. Hasta Cinemex, de Grupo México, y Cinemark le dieron una sala completa (entiéndase con todos los horarios disponibles) al documental del momento.

Desde el 2008 esperé el estreno y sin demora el primer viernes de exhibición (e incluso en la primera función del día) la fui a ver. Tanta información sobre una película a veces te predispone sobre lo que vas a observar. Por ejemplo, imaginé que encontraría una postura política ó un ataque mediático a algún político o idea. Pero no. El documental, desde que inicia hasta que termina, es una presentación y descripción de un caso que indigna a la sociedad por mostrar lo peor del sistema judicial de este país, pero, voy por partes.

Los abogados Roberto Hernández y Layda Negrete fueron contactados por la esposa de Antonio Zúñiga Rodríguez (“Toño”), quien había sido sentenciado por un delito que aseguraba no cometió. Para ambos abogados no era la primera vez que, mediante el discurso cinematográfico, abordaban el sistema judicial mexicano. El Túnel (2006) fue el primer trabajo en donde Roberto y Layda presentaron una crítica al sistema de justicia y, en particular, una defensa sobre los juicios orales utilizando el ejemplo chileno. El nombre del cortometraje venía del túnel que tienen que recorrer los presos para pasar del Reclusorio al Ministerio Público. Se podría decir que ese trabajo fue el antecedente de lo que después sería Presunto Culpable.

Al aceptar el caso de “Toño”, se decidió grabar todo lo que ocurriera en el caso. Incluso, en una medida audaz, se buscó introducir cámaras tanto en el Ministerio Publico como en el Reclusorio. El permiso fue dado y las cámaras comenzaron a seguir a “Toño” en su vida carcelaria y a registrar todo lo ocurrido en el proceso. Ese material, junto con la experiencia de El Túnel, sirvió para la primera versión de Presunto Culpable.

La versión que se vio en los cines distaba mucho de ser una simple recopilación del material que juntaron los abogados para ayudar a un presunto culpable. El trabajo del documentalista Geoffrey Smith se nota inmediatamente. No sólo se busca presentar los videos, sino, se construyó un discurso cinematográfico con ese material. Me explico. La edición recuerda mucho a cierto estilo estadounidense para hacer documentales, es decir, las escenas grabadas están acompañadas de una “voz en off”, intercalan estadísticas e información para reforzar lo dicho y, también, hay una banda sonora que se mezcla en las imágenes. En pocas palabras, el documental está bien armado y, más allá del tema, tiene un guión que narra una historia de forma correcta, pues, los personajes, como han dicho otros críticos, parecen sacados de la ficción.

Por otro lado, un aspecto terrorífico que no se ha mencionado en ninguna crítica (que haya leído) es que todos los participantes tienen una cámara sobre ellos; o sea, se les olvida, tanto a espectadores como a críticos, que estamos observando un ambiente condicionado por una cámara. Ya no es, como algunos se han atrevido a decir, “la realidad”; y no puede ser “realidad” porque toda persona que se encuentre en medio de una filmación modifica su comportamiento. Se preguntarán: ¿qué es lo terrorífico? Pues que, a pesar de estar presente una cámara, la situación filmada se efectúa como si no la hubiera, es decir, el juez, la fiscal y los testigos son mostrados a detalle y se resalta, entre otras cosas, la podredumbre que acompaña los procesos judiciales. No podía creer que estos señores (me refiero al juez, a la fiscal y a los testigos del caso), aun siendo filmados, se comportaran cínicos, altaneros, pretenciosos y pedantes; uno se imagina cómo se comportarán sin filmación de por medio, ahí está el verdadero terror.

En este sentido, un defensor de estos parásitos gubernamentales podría decir que ellos no sabían que el material recabado iba a ser expuesto como una película, pueden tener razón. Esto último lo digo (no sólo por lo que sucedió después de la exhibición del documental, sino) porque los otros (léase: “Toño” y los abogados de éste) saben perfectamente que lo filmado será parte de un proyecto para un documental. Qué quiero decir con esto, pues, que las dudas sobre el asesinato ó el pasado de “Toño” fueron presentados sin mucho detalle. Es decir, conforme avanza el filme uno se percata que se está construyendo una idea de héroe alrededor de “Toño”, ya que, insisto, se busca un personaje sin contradicciones morales (que lógicamente sólo existe en la ficción).

En general, todo el discurso cinematográfico es avasallado por la corrupción, la injusticia y el nefasto proceder de los servidores públicos; y no sólo eso, el documental cuestiona y propone un debate sobre el sistema judicial de este país. Cuesta mucho trabajo detenerse en el trabajo del director (o en este caso de los directores) ante las injusticias que muestra este documental. No tengo duda que una parte del éxito residió en la elección de escenas, la fotografía, la edición, el montaje, etc., pero, lo que convirtió a este documental en el más visto, en la historia del cine mexicano, fue la “realidad” que, sin querer, mostró de la impartición de justicia en México. El abogado penalista de “Toño” lo dice: “la cárcel está llena de jodidos”.

Después de Presunto Culpable

Al salir de la sala, donde vi Presunto Culpable, me vinieron inmediatamente a la mente dos documentales: Mi vida dentro (2007) de Lucía Gajá y Food, Inc. [Comida S.A.] (2008) de Robert Kenner. El primero trata de un tema similar a Presunto Culpable, es decir, hay un acusado y una sentencia dudosa. La reclusa, al igual que “Toño”, busca un nuevo juicio para que su sentencia se reduzca o salga en libertad. El problema es que esto sucede en Estados Unidos y la involucrada es inmigrante. Lucía Gajá busca dar un equilibrio entre el contexto de racismo, discriminación y prejuicios que existen contra los migrantes y la vida de Rosa Jiménez. No estaría mal revisar tanto el trabajo de Roberto Hernández como el de Lucía Gajá para darse cuenta de que la justicia sólo se aplica para aquellos que no tienen los recursos económicos para defenderse.

El segundo documental (Food Inc.), aunque trata un tema distinto a Presunto Culpable, lo recordé por una cuestión sencilla: los permisos para aparecer en un documental. Así es –en Estados Unidos esto se sabe a la perfección– si haces un documental debes tener el permiso de usar la imagen de los entrevistados, de las imágenes, de las instituciones y hasta de los perros. No puedes exhibir el documental si no tienes todo esto en regla, pues, en dos segundos, llegan de demandas. Food Inc. aborda el asunto de la sobreproducción de comida, así como las compañías involucradas en este negocio como Nestlé, por ejemplo. Al investigar a compañías tan poderosas (sobre todo en el congreso de EUA), los realizadores de este documental sufrieron porque nadie podía hablar de éstas, no digamos una denuncia, sino, un simple comentario. Los rastros ó los lugares insalubres donde tienen gallinas y vacas no podían ser filmados y sortearon muchas restricciones al hacerlo. Lo importante –con relación a Presunto Culpable– es que los entrevistados pedían directamente que no sacaran su rostro por temor a represalias, incluso, en varios casos, primero daban su permiso para la entrevista y posteriormente recibían una llamada (o ellos la hacían) para después retractarse.

Nada de esto pensaron los directores y productores de Presunto Culpable. El permiso que recibieron para filmar el proceso de “Toño” se enfocaba al juicio y a los careos. Nunca se dijo que se haría un documental con el material recabado y que buscarían distribuir y exhibir su película en el círculo comercial. De los personajes que aparecen, en dicho filme, se podrá decir lo que se quiera y se les podrá hacer escarnio mediático, sin embargo, nunca se les informo a donde iría a parar su imagen. Es decir, una cosa es que filmes un juicio y luego utilices ese material como prueba a tu favor y otra cosa es que cobres 60 pesos por ver ese material. Son dos cosas distintas. No sé si los involucrados en Presunto Culpable son muy “vivos” o muy imbéciles, lo que si me queda claro es que la ley mexicana no contempla estos casos en donde se debe requerir tu permiso para aparecer en una película; esto pasa en EUA y los dejan en calzones.

Poco o nada se logró con el documental Presunto Culpable en la realidad nacional. La denuncia era clara y sólo algunos políticos refrendaron su apoyo a que se filmaran todos los juicios –que está por verse ahora que pasó el vendaval mediático–. La cuestión de la presunta culpabilidad y un posible cambio hacia una presunta inocencia quedó en el olvido. Así es, cuando el tema interesó a los medios de comunicación todos plantearon propuestas y cuestionaron a la Suprema Corte; también, abordaron en sus espacios debates sobre el sistema judicial mexicano; hoy, pasó la película y pasaron todas esas iniciativas. Esta actitud se debe a que "adentro" de la película se buscó no hablar de un partido o un personaje político en particular (por ejemplo, la película le gustó tanto a López Obrador como a Margarita Zavala); el problema es que "afuera" de la película no se puede mantener esta actitud, hay partidos y personajes con nombre y apellido que podrían encargase de modificar algo en la constitución, pero, justo ahí fue cuando se le dio la vuelta a la página de Presunto Culpable.

La supuesta censura, ya para terminar, dependía desde donde la vieras. Yo le dije a mi hermana: “Presunto culpable generará mil demandas por todos los que ahí aparecen, pues, nadie firmaría o daría permiso, en su sano juicio, para que su imagen apareciera de esa manera”. No todos los ofendidos se animaron, sólo uno (tal vez asesorado) se atrevió a exigir el dinero que le correspondía por la exhibición de este documental. De mi parte, tiene razón; debieron pedirle permiso aunque fuera el peor ser humano sobre la Tierra.

Me gustaría finalizar pensando que a partir de Presunto Culpable el documental mexicano será un género que interesé al gran público que asiste al cine, pero no. Ya se estrenaron como cinco documentales, después de éste, y a nadie le importó, únicamente a los mismos de siempre. Lograr lo que hizo el filme de Roberto Hernández requeriría que Cinépolis lo distribuyera, lo produjera y que alejaras de tu guión cualquier crítica política y económica que incomodara a ciertos grupos; entonces sí, el fenómeno se repetiría, aunque, no soy optimista.

lunes, 2 de mayo de 2011

“Thor” (2011) de Kenneth Branagh


UN POCO DE HISTORIA

En Iron Man 2 (2010), después de los créditos, venía una escena de Thor. En ésta se podía observar un automóvil que llegaba a algún lugar de Nuevo México –así lo indicaban las placas– y se detenía frente a un gran cráter. De él bajaba el Agente Phil Coulson (integrante de S.H.I.E.L.D.) que sacaba su celular y mencionaba a un misterioso interlocutor: “señor, lo encontramos”. El Agente se refería, ni más ni menos, al martillo de Thor.

Toda esta historia empezó en el año 2008. En ese año se estrenaron Iron Man y The Incredible Hulk y con ello surgió el proyecto The Avengers [Los Vengadores] (2012). A partir de ese momento, en adelante, todas las películas tendrían una escena final que haría referencia al siguiente filme de la productora Marvel Studios ó al “gran proyecto” donde estarían todos los superhéroes.

Antes del año 2008 ya se había hablado de Los Vengadores y se habían programado menciones a ésta en películas como X-Men (2000) de Bryan Singer, Spider-Man (2002) de Sam Raimi y Hulk (2003) de Ang Lee. La idea no fructificó, pues, no interesó el proyecto a la productora ni a los directores antes mencionados. Cabe destacar que los tres directores habían sido contratados, según los rumores, para hacer tres películas de cada uno de sus superhéroes. La recaudación en taquilla sólo permitió que uno lo lograra, Sam Raimi; los casos de Bryan Singer y Ang Lee fueron distintos, pues, al primero sólo le permitieron hacer dos y al tercero –que fue un fiasco su versión de Hulk– sólo una.

Los fracasos en taquilla y en crítica de Daredevil (2003), Elektra (2005), Fantastic Four (2005), X-Men: The Last Stand (2006) (dirigida por Brett Ratner [en sustitución de Bryan Singer]), Fantastic Four. Rise of the Silver Surfer (2007), Ghost Rider (2007) y –el último clavo del ataúd– Spider-Man 3 (2007) fueron motivo suficiente para cambiar la estrategia de Marvel Studios. La inversión en estas superproducciones, como ya mencioné, no se reflejó en taquilla ni en crítica, por lo cual, decidieron reiniciar ó matar varias de estas franquicias. Por ejemplo, reiniciaron Spider-man, Daredevil, Hulk y X-Men y mataron a Fantastic Four. El siguiente paso fue preparar Iron Man y The Incredible Hulk (ya sin Ang Lee y con un nuevo título) pero, ahora sí, con la mira puesta en Los Vengadores.

A pesar de lo que se diga de Ang Lee, Sam Raimi y Bryan Singer, y antes de que entraran a proyectos de superhéroes, estos directores ya habían tenido algún trabajo a destacar. Sólo por mencionar un trabajo de cada uno: The Usual Suspects [Sospechosos Comunes] (1995) de Bryan Singer, Wo hu cang long [El tigre y el dragón] (2000) de Ang Lee y The Evil Dead (1981) de Sam Raimi. Insisto, gustará o no su trabajo, pero, por lo menos, tenían una carrera en el cine y eran congruentes con su idea para filmar y dirigir. Después de ellos, Marvel Studios contrató a directores que venían de la televisión y, en su mayoría, con trabajos mediocres (o nulos) en cine. Decidieron invertir en efectos especiales, en grandes locaciones, en actores y en publicidad; en guionistas y directores decidieron que no, pues, para Marvel Studios no son importantes (y lo han demostrado con creces).

La primera señal, de que esta forma de pensar no llevaría a nada (cinematográficamente hablando, pues, económicamente es diferente), la dio el actor Edward Norton. Él fue el primero en mencionar que el director no tenía (ni tiene) control sobre los filmes de Marvel Studios. Según él, el productor es el encargado de decidir qué escenas se quedan en la edición y qué escenas son cortadas, cuánto debe durar la película, qué cambios repentinos hay en el guión y lo que se acumule. Incluso Edward Norton (que protagonizó The Incredible Hulk), al ver tanta pasividad del director, quiso intervenir en la dirección y lo dejaron; pero, en la edición final, no incluyeron ninguna de sus ideas. No por nada, Norton está fuera del proyecto Los Vengadores y por hacer estas declaraciones Marvel Studios no lo quiere ver ni en pintura.

Si la experiencia fue tan mala con The Incredible Hulk, por qué no había sucedido lo mismo con Iron Man. Tanto Jon Favreau –director del filme– como Robert Downey Jr. –protagonista– desmintieron a Edward Norton y dijeron que tal injerencia del estudio no era cierta. Sin embargo, los hechos desmintieron, no a Norton, sino, a Favreau. Al finalizar el rodaje de Iron Man 2, Marvel Studios se reunió con el director y le mencionaron que ya tenían al elenco y al guionista para Iron Man 3 (2013), es decir, le dijeron que ya habían hecho su trabajo y que él sólo dirigiría lo que le indicaran. A pesar de ser un director mediocre, Jon Favreau tuvo dignidad y decidió abandonar tanto su actuación en Los Vengadores como su futura dirección de Iron Man 3.

Estos casos se repiten una y otra vez en Marvel Studios desde la llegada a la presidencia de un tal Kevin Feige. Este sujeto al parecer tiene el control total de la edición final de cada cinta; sin contar que ahora Walt Disney compró Marvel Entertainment (que incluye Marvel Studios, Marvel Comics y otras). Imagínense los filtros por los que deberán pasar todas las películas de esta casa productora. Supongo que por esos filtros ya pasó Thor porque se nota.

THOR: “EL DIOS DEL TRUENO” Ó “EL PODEROSO VENGADOR”.

La primera pregunta que nos hacíamos los seguidores de este tipo de películas era: ¿quién interpretaría a Thor? No era sencilla la elección, pues, Robert Downey Jr. había sido elegido para interpretar el papel de Tony Stark y Iron Man; Edward Norton había sido elegido para interpretar a Bruce Banner y Hulk. Como sea, ambos actores tenían grandes actuaciones en su carrera, al primero se le recordaba por Chaplin (1992) y al segundo por American History X (1998).

Cuando Marvel Studios declaró que Chris Hemsworth era el encargado de llevar el traje de Thor varios se quedaron pensando quién era ese tipo. Yo recordaba, de alguna película, ese nombre, pero acepto que tuve que revisar su filmografía. Y recordé: él salió en una de mis recientes películas favoritas, Star Trek (2009) del director J.J. Abrams. Interpretaba al papá de James Tiberius Kirk, capitán del Enterprise, y puedo decir que lo hizo magistralmente, incluso me atrevo a aseverar que la escena en donde aparece, que es la primera del filme, es lo mejor de la cinta. Con esos antecedentes decidí darle el beneficio de la duda a este actor.

El director, como aludí arriba, es lo que menos importa para Marvel Studios y precisamente por eso fue lo último que anunciaron. Kenneth Branagh fue el esclavo elegido, perdón, el director elegido para Thor. Su último trabajo, sin duda a resaltar, fue Sleuth (2007) –segunda adaptación cinematográfica de la obra teatral de Anthony Shaffer [que en días recientes hicieron Daniel Giménez Cacho y José María Yazpik] – y que resaltó por el duelo actoral que tenían a cuadro Jude Law y Michael Cain. No obstante esta película, sus recientes trabajos eran de regulares a malos. Tal vez, una película de superhéroes sería la oportunidad que este cineasta necesitaba para regresar al medio y presentar un trabajo que le devolviera el reconocimiento que logró por Henry V (1989); pero, lamentablemente, no fue así.

En realidad, siendo honesto, se supo poco o muy poco del rodaje de Thor. Cobró cierta importancia cuando se filtró que en el elenco estaban Natalie Portman y Anthony Hopkins; en México, Adriana Barraza (actriz sobrevalorada) dio la nota cuando dijo en una entrevista que estaba filmando Thor. Lo interesante recaía –según lo platiqué en algún momento– en cómo haría Marvel Studios para revivir a Thor, pues, poco o nada se había hecho de este superhéroe en los años recientes, tanto en TV, comics y, mucho menos, en cine. Ya nadie se acordaba de Thor.

Otra vez, como lo hizo con las dos anteriores de Iron Man, la distribuidora Paramount Pictures aprovechó el famoso “Día del Niño” y estrenó Thor el viernes 29 de Abril. También, como ya es costumbre, salió en versiones subtituladas y dobladas al español, así como salas en tercera dimensión y en IMAX 3D.

La película no sé si me defraudo ó confirmó todo lo que venía pensado sobre Marvel Studios y el proyecto de Los Vengadores. Antes me detengo en la película:

La historia de Thor se basa, supuestamente, en la mitología nórdica. Al principio del filme hacen referencia a esta base, pero se enfocan al padre de Thor, Odín, que lucha contra unos seres de hielo que logra vencer quitándoles su fuente de poder. Enseguida, hay una escena minúscula de la infancia de Thor, en donde todos tenemos que entender porque Thor será rebelde, intrépido, valiente y bravucón. Repito, la escena dura 2 minutos e intentan explicar todo; incluso hasta porque le tiene envidia su hermano Loki.

Años después, en la coronación de Thor como rey de Asgard, irrumpen varios seres de hielo que Odín había derrotado en el pasado. Son destruidos, sin embargo, lograron arruinar el momento de Thor al mostrarlo como un valentón que no mide las consecuencias. A partir de aquí se desatan eventos que mandan a Thor a la Tierra y provocarán un enfrentamiento final con su hermano Loki.

De lo poco que recuerdo de la caricatura de Thor, que es mi única referencia, nada de esto se parece. Por ejemplo, si no me equivoco, Thor vive en la Tierra con una identidad secreta y, lo más importante, su hermano Loki es su archirrival. Me dirán que en lo de Loki si se parece, pero no, el personaje de la película está construido con las na.., patas, y al individuo que eligieron para que lo interpretara (ya que no lo puedo llamar actor) es pésimo. No hay duda que las actuaciones en esta película no estuvieron al mínimo nivel que se esperaba, empero, el guión y la edición se nota que pasaron por un tratamiento de corta y pega pero en detrimento de la historia.

La película dura, aproximadamente, 114 minutos, por lo cual, al detectar los hoyos que hay en la narración y los nulos puntos dramáticos supongo que el director presentó una película de más de 120 minutos. Pero alguien, tal vez el productor, le dijo que la recortara a dos horas o menos. El resultado es una cinta mal editada, mal narrada y mal ejecutada. Por otro lado, el director (si es que en algún momento tuvo decisión en algo) presentó una historia que va de más a menos, es decir, el inicio es adecuado porque presenta un gran drama entre padre e hijo y unos villanos de hielo que si dan escalofrió, pero, al avanzar la historia, se olvida de esto y nos ubica en un aprendizaje que tiene el héroe -que nunca vemos cómo lo logró- y un duelo entre hermanos que se saca de la chistera. Sin mencionar que su guión se pierde y ocurren situaciones ilógicas, así como decisiones de sus personajes que iluminan su pésima construcción de éstos.

Como ya mencioné, el sujeto elegido para Loki, Tom Hiddleston, no logra en ningún momento interpretar nada y creo que una silla hubiera hecho mejor su papel; también dije arriba que Thor era un superhéroe, por llamarlo de una forma, un poco gris, pues, Chris Hemsworth no ayuda mucho, tanto su actuación como el personaje se quedaron en lo mismo que ya eran, grises, muy grises; en este sentido, se vuelve una constante que actores reconocidos sólo acudan a cobrar y se vayan del set sin hacer nada, eso pasó con Natalie Portman y Anthony Hopkins que su mejor actuación la hicieron al recibir su cheque.

Cerca de concluir este texto, me gustaría retomar lo que decía sobre si me defraudo la película o si confirmé lo que pensaba sobre el proyecto de Los Vengadores. Estaría bien recordar que, cuando surgió el proyecto de Los Vengadores, DC Comics (la otra productora de superhéroes) puso en la mesa el proyecto de La Liga de la Justicia. El panorama no era adecuado porque Superman Returns (2006) de Bryan Singer había sido un fracaso monumental; aunque, los ejecutivos quisieron colgarse del éxito de Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008) ambas dirigidas por Christopher Nolan. Elucubraron un plan en el que, según ellos, se reiniciaría Superman, se haría una película de Green Lantern y, por último, se realizaría una tercera película de Batman para que las tres historias se unieran y así surgiera La liga de la justicia.

Christopher Nolan, que es un director que ha revolucionado las películas basadas en comics, les dijo: "no". Sus razones eran validas, pues, alegó que sujetar las historias a una gran historia perjudicaría la creatividad de guionistas y directores al tener que someterse a contar una historia dentro de otra. En pocas palabras, mezclar universos no le parecía a Nolan lo más indicado para los filmes futuros de la empresa. Afortunadamente lo escucharon y no se hará La liga de la justicia; bueno, en realidad, si se hará pero dentro de muchos años.

Nolan tiene mucha razón, según lo veo, pues el ejemplo, de que hacer eso es un error, está en Los Vengadores. La historia de Thor se habría desarrollado mejor, creo, si no se hubiera sometido al guionista y al director a hacer referencias forzadas a Los Vengadores. Puedo aseverar que estaban más preocupados en hablar de eso que de contar una historia de Thor. Me pregunto cómo puede trabajar un director con la mitad del elenco elegido y con el guión escrito y aprobado. Y estoy seguro que a Captain America: The Firts Avenger [Capitán América: El Primer Vengador] (2011) de Joe Johnston le sucederá lo mismo.

En conclusión pienso que la película sí me decepcionó y sí confirmé todo lo que creía de Marvel Studios. Su “gran proyecto” de Los Vengadores recaudará millones de dólares por el mundo –de eso no tengo duda–, sin embargo, su aportación a la historia del cine, a la reflexión filosófica de la figura del héroe y a las cintas de superhéroes será pobre y estúpida. Por eso, mejor enfoquémonos en DC Comics y en Christopher Nolan que si tienen algo que decir.