Hace un año, aproximadamente, comenzaron a filtrarse en internet (principalmente en redes sociales, páginas de videos y páginas sobre cine) imágenes y videos de Súper 8. La campaña publicitaria presentaba información suelta y poco clara sobre lo que trataba el nuevo proyecto de J.J. Abrams y –muy importante– el productor Steven Spielberg. Sólo se sabía que trataría sobre una criatura que escaba de un tren que acababa de chocar y nada más.
Esta idea de promover una película con tanto tiempo de anticipación y, principalmente, usar el internet como una potente arma para promover el proyecto se llama, según mi consulta, publicidad viral (marketing viral). En general y desde mi punto de vista, esta técnica de mercado busca crear curiosidad en el espectador y generar contenidos que puedan ser intercambiados en internet. Por ejemplo, una de las películas pioneras en esta forma de promoverse fue The Blair Witch Projet [El Proyecto de la Bruja de Blair] (1999) de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez. Aquel grupo de directores y productores crearon tal historia ficticia alrededor de la película que superó –por mucho– la ficción que se presentaba en el filme; recuerdo páginas en internet que aseguraban que lo sucedido en pantalla era “real”. Por supuesto, el éxito de The Blair Witch Projet hizo que varías películas usaran esta “nueva” forma de hacer publicidad para una película.
El hermetismo generado alrededor y la información tan contradictoria provocaron que, a un año de su estreno, Súper 8 fuera un “blockbuster” a seguir en el 2011. Es tan fuerte esta campaña publicitaria que, sin un reparto de actores conocido ó un superhéroe famoso de por medio, puede forjar una gran expectativa e interés por el filme. Desde luego, la información se va filtrando y el “misterio” a cada paso se pierde; no obstante, se mantiene en los avances y en las declaraciones de los protagonistas ese velo de que estamos ante el proyecto del año.
Nada de esto en especial hizo que la película figurara en mis indispensables sino, lo que realmente me incitó a ir verla, fue que J.J. Abrams era el director. Este director, guionista y productor, que había sido aclamado por crear y producir la serie de televisión Lost (2004), llamó mi atención por tres proyectos en los que estuvo involucrado: 1) como productor en Cloverfield (2008) de Matt Reeves, 2) como director de Star Trek (2009) y 3) como director de Mission: Impossible III (2006) [la única que me gusta de las tres que van]. De estas tres películas, me quedaría con Cloverfield y Star Trek como ejemplos de la promesa que aparentaba J.J. Abrams como director y productor; dejando a un lado, por supuesto, el trabajo junto a Tom Cruise en Misión Imposible III.
La primera de mis dos elecciones se debe, principalmente, al trabajo en conjunto que hicieron Abrams y Matt Reeves, pues, Cloverfield fue una propuesta distinta a la variedad de películas sobre monstruos que destruyen una ciudad (en este caso Nueva York); si bien la idea de hacer creer al espectador de que se está observando un video casero ya se había explorado desde The Blair Witch Projet, pasando por [Rec] (2007) de Jaume Balagueró y Paco Plaza, hasta Paranormal Activity (2007) de Oren Peli, en su mayoría se había usado para películas de terror y poco para películas de monstruos desconocidos o extraterrestres (tal vez un ejemplo similar a Cloverfield sea Alien (1979) de Ridley Scott). A pesar de que Abrams no dirigió ni escribió la historia se involucró en la mercadotecnia y en proponer ideas que incluyó el director Reeves.
Mientras trabajaba en Cloverfield, J.J. Abrams recibió la invitación de revivir la franquicia de Star Trek (Viaje a las estrellas). En este caso sí sería el director. Nuevamente, valiéndose de la mentada publicidad viral, fuimos descubriendo partes de la nave Enterprise e información confusa sobre un “nuevo” Capitán Kirk y un “nuevo” Spock. El resultado final (y que merecería una entrada aparte en mi blog) fue un épico filme que logró –lo que pocos han podido– juntar dos generaciones de espectadores e iniciar una nueva historia de Viaje a las estrellas partiendo de las anteriores películas; en verdad, casi nadie toma en cuenta lo hecho por sus antecesores, no obstante, J.J. Abrams retomó la historia en donde se había quedado y fusionó viejas con nuevas aventuras. En particular –y que me orilló a ver Súper 8–, debo acentuar ese inicio tan extraordinario que tiene la película Star Trek, esa primera secuencia vale todo y colocó a Abrams, dentro de mi perspectiva, en los jóvenes directores a seguir.
Dos años pasaron para que, después de Star Trek, se estrenara una película de Jeffrey Jacob Abrams. Súper 8, como ya dije, fue un trabajo muy resguardado para que nadie de la producción y del elenco hablara de su contenido. Lo primero que logró filtrarse, y que dio pie a muchas notas periodísticas, fue que Steven Spielberg era el productor de Súper 8. Se mencionó que Spielberg llamó a Abrams para que trabajaran juntos en esta película, pues, era una de las apuestas importantes que tenía el productor para el verano del 2011 (no hay que olvidar, a este respecto, que también es productor de Transformers: Dark of the Moon de Michael Bay y Cowboys & Aliens de Jon Favreau).
Me parece que en este pacto entre J.J. Abrams y Steven Spielberg está toda la podredumbre de Súper 8.
Súper 8
Al salir de la sala IMAX, en donde vi Súper 8, me pregunté inmediatamente: ¿cuál parte filmó J.J. Abrams y cuál Steven Spielberg? Sin duda, si uno revisa la historia de Spielberg se da cuenta que el señor nunca se limita a ser sólo productor, si no que busca influir, manipular e imponer sus ideas a los directores que elige para sus proyectos veraniegos, o mejor dicho, “blockbusters”.
Que el tema principal, en Súper 8, sean los extraterrestres no es coincidencia y menos si está metido Spielberg. Podría irme hasta 1982 cuando se estrenó E.T.: The Extra-Terrestrial ó centrarme en algunos de sus últimos proyectos (War of the Worlds (2005) e Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull (2008)); y no estaría mal sumar los dos filmes que producirá sólo en este verano del 2011. Es decir, Steven Spielberg sabe que el tema de los extraterrestres genera grandes ganancias y el público medio lo recibe con gusto, en pocas palabras, gusta mucho el tema de lo “desconocido” y “la vida en otros planetas”.
Desde luego, Steven Spielberg necesitaba un nuevo punto de vista sobre su tema favorito. No es de extrañar que viera Cloverfield y decidiera llamar al productor J.J. Abrams para que se encargara de su “nueva” versión sobre aliens y niños traviesos (que casualmente describen la infancia de Spielberg y sus primeros acercamientos al cine). Me imagino que Abrams se unió al proyecto cuando ya estaba todo armado: elenco, presupuesto, locaciones, etc. Digo esto porque al ver la película me di cuenta que Abrams hizo muy poco, pues, realizó un guión bastante pobre que es un revoltijo, sin pies ni cabeza, de películas de Spielberg junto con ideas de Cloverfield; sin contar que de esta última usó las tomas del monstruo (en donde sólo ves partes y únicamente lo ves completo al final) y al monstruo (que descaradamente es idéntico).
Por otro lado, la historia de Súper 8 es tan anodina, en parte, porque quisieron abordar infinidad de temas que, conforme se acerca el final del filme, dejaron de importar uno tras otro y la conclusión deja mil cabos sueltos e infinidad de incoherencias (por ejemplo, ¿alguien entendió porque no lo mata el “alien”? No me digan que porque él si entendió al extraterrestre, ¿cómo?, mentalmente, por ósmosis o qué).
Iba a analizar las actuaciones, pero luego pensé ¿cuáles?, no hay nada que decir; bueno, tal vez, lo único rescatable sea Elle Fanning que, por cierto, ya trabajó con Sofia Coppola y lo hizo muy bien; mi único deseo es que logre transcender más allá de la niñez, pues su hermana Dakota Fanning no lo consiguió y ahora hace películas que salen directamente en DVD. Sin duda, la elección del reparto, en general, se apega a la idea que tienen tanto Steven Spielberg como George Lucas (lo cito por la similitud de formas de hacer cine) de que lo importante en un presupuesto son los efectos especiales.
Para terminar, regreso al asunto de la publicidad viral. Desde el título de la película se nota la mercadotecnia utilizada, pues, un título tan ambiguo como Súper 8 (a pesar que se refiere a un formato cinematográfico) no clarifica el contenido del filme y deja en el aire de lo que pueda tratar. Toda esta campaña hará que se logre una “buena” recaudación (aunque en EUA a dos meses de su estreno lleva $124 954 000 dólares que es bajo y lo cual representa que a estas alturas su única esperanza es la recaudación mundial), empero, la publicidad no será suficiente para que consiga trascender más allá de la inmediatez de las redes sociales y, en general, de internet.
Como conclusión puedo decir que perdió J.J. Abrams, ya que, es un pésimo trabajo para su fútil filmografía, y ganó Steven Spielberg, pues, obtuvo la película que quería (con su homenaje narcisista, así como, su “tributo” al cine que vio de niño).